Los candidatos de las fuerzas políticas registradas para participar en las próximas elecciones parlamentarias disponen de un plazo de 29 días para convencer a los ciudadanos búlgaros de que son ellos precisamente quienes merecen representar sus intereses en la 45ª Asamblea Nacional. Ya son un hecho los primeros debates que se organizaron en vivo entre los candidatos a diputados de algunos de los partidos.
¿Hasta qué grado sus declaraciones incidirán en la decisión que tomará el pueblo el día de las elecciones, el 4 de abril, y redundarán en una actividad electoral más alta?
“Lamento tener que decirlo pero en la política la fuerza motriz para los votantes son las cualidades personales y no los programas y los planes de los distintos partidos, ha explicado en entrevista a Radio Bulgaria Parván Simeonov, director ejecutivo de la agencia Gallup Internactional, y ha agregado: “En este respecto jugó un flaco servicio uno de los persistentes clichés en el discurso político búlgaro que es el deseo de votar a personalidades.
Uno de los efectos colaterales de esto es que no conocemos lo que plasman las respectivas personalidades en sus programas.
Otro importante factor que incide en la ambición de los electores de ejercer su derecho constitucional es la disonancia de los valores entre el entendimiento conservativo y el liberal respecto al orden en el Estado y su política. Debemos tener presente, sin embargo, un fenómeno duradero que se observa en Bulgaria:
“Después de la crisis de 2008-2009 y los problemas generados por la migración y el terrorismo, se profundizó la división entre lo conservador y lo liberal. Por un lado está lo nacional y lo patriótico, por otro, las políticas alternativas y verdes, así como los asuntos de importancia global. Y, desde luego, cuando se trata de motivación en el contexto búlgaro, siempre debemos tener en cuenta los estímulos más pragmáticos como beneficios, extorsiones, etc.
Esto es algo que a mi juicio incide en un 10 a 15% del voto y desempeñará un papel cada vez más importante en el mundo pragmático en que vivimos”.
¿Es más fácil elegir en quien confiar hoy en comparación con el inicio de la Transición a la democracia, el periodo después de 1989? Elegir hoy no es una apuesta críticamente vital por lo cual resulta más fácil, dice categórico Parván Simeonov.
“En los años 90 teníamos que elegir una dirección y un modelo de civilización. Elegíamos entre Oriente y Occidente, entre la rápida introducción de la economía del mercado y la más lenta. Elegíamos el Estado en que queríamos vivir, explica el sociólogo. A fecha de hoy, incluso si el Gobierno cambiara mañana, tal vez no nos veamos abocados a una quiebra. El cambio del Gobierno hoy no impactaría tanto en nuestros bolsillos en comparación con los cambios gubernamentales que se operaron en 1997, por ejemplo.
Por otro lado, nuestra elección en los años 90 era más fácil ya que entonces los electorados de los partidos parecían unas tribus que no podían soportarse. Había un electorado que apoyaba la élite política del pasado, y otro que respaldaba las fuerzas de la reforma. Parece que este fenómeno ya no existe en Bulgaria y en estos momentos lo que separa a los votantes es algo distinto a pesar de que está vinculado con el cambio y la previsibilidad”.
Es difícil pronosticar hasta qué grado la pandemia de Covid-19 incidirá en la actividad electoral ya que todavía no hay datos cuál será la difusión del virus a la fecha de las elecciones. Teóricamente el aumento del número de los infectados reduciría la actividad. De ser así, considerables grupos de la sociedad quedarían sin representación y tendrían una deficiente representación después de las elecciones, explica el sociólogo y señala como ejemplo los ancianos que se sienten preocupados por su salud y los electorados de los partidos que no cuentan con suficientes núcleos firmes. En la realidad electoral búlgara la actividad depende en gran medida de la aparición o no de alternativas nuevas y atractivas”, señala categórico Parván Simeonov.
Versión al español de Hristina Táseva
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