La conexión de los búlgaros con la tierra natal y el sentimiento de pertenencia al linaje están codificados en sus genes. Esta conexión se vuelve aún más fuerte si es originada por determinadas circunstancias. Son numerosos los ejemplos en el folclore, la historia y la literatura que describen la nostalgia por la patria, que agudiza la sensibilidad de los búlgaros hacia todo lo relacionado con Bulgaria.
Hoy en día, muchos búlgaros se encuentran dispersos por el mundo en busca de mejores condiciones de vida. Uno de estos compatriotas es Miroslav Enev, que lleva cuatro años residiendo con sus padres en Bélgica. A pesar de que tiene solo 16 años, Miroslav siente lo mucho que significa Bulgaria para él. Recientemente se puso en contacto con Radio Bulgaria para contar a esta emisora cómo y por qué fundó un conjunto de danzas folclóricas búlgaras en Bélgica.
Por cierto, a causa de las medidas contra el coronavirus durante la mayor parte de 2020, las reuniones de los clubes de danzas folclóricas fueron canceladas. A pesar de esto, en los momentos cuando las medidas se aflojaban, el conjunto de danza de Miroslav se reunía para estudiar los pasos de varias rondas típicas joró de diferentes regiones de Bulgaria.
“En enero de 2020 decidí formar un grupo de danzas tradicionales en la ciudad de Zonhoven, a 85 kilómetros de la capital belga, en la provincia de Limburgo −cuenta Miroslav− . Mi idea es reunir todos los domingos a más búlgaros en un solo lugar. Así, además de bailar, podremos pasar juntos un buen rato conversando. En lo que va de la pandemia hemos logrado aprender una veintena de danzas joró que siempre bailamos con pasión, ya que nos gusta por igual el folclore de todas las regiones de Bulgaria”.
De niño, Miroslav estudiaba los pasos de las danzas búlgaras en un conjunto folclórico de la ciudad de Silistra, próxima a su ciudad natal de Alfatar (noreste de Bulgaria) que forma parte de la región folclórica de Dóbrudzha. En esta zona agraria del país, el modo de vida de la gente ha dejado una impronta significativa en el estilo y el carácter de las danzas. Los habitantes de esta región bailan casi en cuclillas o sentados, como si estuvieran “pegados” al suelo.
En palabras de Miroslav, los búlgaros dedican parte de su tiempo a los ensayos porque de este modo se sienten como parte de la comunidad búlgara.
“Nosotros no solo bailamos, sino que también nos integramos. Cada uno muestra algo típico de su terruño o cuenta sobre lugares interesantes que ha visitado en Bulgaria; esto amplía los horizontes de los demás −explica Miroslav− . Al mismo tiempo, estudiamos los pasos de las danzas y bailamos. En el conjunto tenemos gente de prácticamente todas las regiones de Bulgaria. El grupo está compuesto por veinte personas, jóvenes que se apasionan por el folclore búlgaro”.
También se han formado conjuntos de danza folclórica en otras ciudades belgas, pero a causa de las restricciones este año todavía no han podido reunirse.
“Cuando podamos movernos libremente, volveremos a juntarnos para bailar −dice Miroslav− . De momento todo lo que hacemos sucede en la sala de ensayos, no hemos tenido la oportunidad de salir al podio para hacer gala de la gran diversidad del folclore búlgaro. Soñamos con mostrar a la comunidad local que los búlgaros somos gente buena y que merece la pena conocernos. Mis compañeros de escuela belgas están entusiasmados con visitar Bulgaria, pero la gente mayor tiene una actitud más negativa para con los extranjeros y al escuchar hablar de Bulgaria, se vuelven aún más distanciados. Los búlgaros, por el contrario, estamos mucho más abiertos a los demás, hacemos muchas preguntas, somos sociables. Por eso es muy importante mantener el idioma búlgaro dondequiera que estemos”.
Entre los planes futuros de Miroslav está el de formar un grupo para niños que quieran aprender búlgaro, porque la escuela búlgara está a 150 km de Zonhoven.
“Extraño mucho Bulgaria y mi familia: la abuela, la tía, todos están tan lejos. Extraño mucho el folclore búlgaro, incluso extraño el clima, la naturaleza de Bulgaria. Me gustan los días soleados, y en Bélgica llueve y es sombrío”, comenta Miroslav con nostalgia.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: Facebook /TS-RITMI
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