El 16 de mayo de 1910 del Teatro Moderno de Sofía, la primera sala de cine tanto en la capital como en toda Bulgaria, partía un faetón con pasajeros empolvados, pintados y emperifollados como si fueran artistas de circo. La colorida comparsa se detenía frente a la mansión de un respetado comerciante, cita en una calle céntrica de la capital búlgara. Allí, en la acera y frente a la muchedumbre de mirones curiosos, el giro de la manivela de la cámara cinematográfica empezaba a allanar el camino al cine búlgaro.
A pesar de que en el Teatro Moderno ya se proyectaban dramas, comedias y noticieros cinematográficos franceses, la sociedad patriarcal búlgara condenó el nuevo arte como “licencioso” y “vergonzoso”. De modo que, no es de extrañar que Vasil Guendov, el pionero del cine nacional, quien se atrevió a hacer realidad su sueño aparentemente imposible: el de filmar una película, chocó con una serie de obstáculos. El mayor de ellos fue el de encontrar una actriz para el personaje protagónico femenino.
“Por una feliz coincidencia a finales de abril me entrevisté con el director del Teatro Moderno, Otay Aladar, de origen húngaro y gran amigo del pueblo búlgaro −recuerda Vasil Guendov en una entrevista que atesora el archivo sonoro de Radio Nacional de Bulgaria− . Él me dijo que me proporcionaría el dinero, 400 leva, y también que ponía a mi disposición la cámara y el camarógrafo, así como el material necesario, cinta de negativo. Hasta aquí todo bien. Pero no podría rodar la supuesta película sin la participación de otros actores”.
La trama de la primera película de ficción búlgara, titulada El búlgaro es un galán, requiere de una mujer valiente, liberada y emancipada para encarnar a una fémina decidida a exprimir hasta el último centavo al galán importuno que pretende su atención. Pero, ¿qué actriz dramática se atrevería a aventurarse asumiendo semejante papel, además en una empresa infame como era considerado el cinematógrafo en aquella época? La suerte quiso reunir al director novato con la eminente actriz búlgara Adriana Budevska, quien le recomendó a Mara Nóninska, una joven y atractiva comedianta del Teatro de Plovdiv. “Tiene una apariencia refinada, rostro inspirado, mirada segura, sonrisa hermosa y es una interlocutora increíblemente agradable”, comentaría tiempo después Vasil Guendov.
Mara nació en 1883 y desde la infancia hizo gala de sus dones artísticos en la casa de cultura de su pueblo natal, donde ya como maestra de escuela puso en escena el drama Casa de muñecas del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, haciendo giras en la región con su compañía de aficionados. Más tarde se unió a la troupe del Teatro de Plovdiv.
“El resto del elenco lo seleccioné entre los empleados del Teatro Moderno y algunos jóvenes y trabajadores –sigue recordando Vasil Guendov– . Mara Nóninska, sin embargo, pagó cara su audacia”.
Durante el rodaje, los mirones le gritaban a la actriz llamándola “golfa”, “espantapájaros”, “marimacho”, pero ella aguantó estoicamente los insultos. Tampoco se inmutó cuando un hombre enfurecido irrumpió en el plató y tiró de su pamela con las palabras: “¿Por qué no me dijeron que la toca de mi esposa, que les alquilé, se usaría para semejante indecencia!”
La filmación de la película duró 20 días, pero su estreno se demoró cinco años. Éste, además, no contó con la presencia de su protagonista femenina, que probablemente hizo caso al gremio teatral que la recriminó por comprometerlo. Debido al escándalo que rodeó la película, Mara Nóninska se vio obligada a dejar la compañía teatral de Plovdiv y después de presentarse a concurso fue contratada en el Teatro Nacional de Sofía. En 1919, su afán de superarse la llevó a Roma donde estudió arte escénico durante dos años. Abandonó este mundo doce días antes de cumplir los 43 años en pleno auge de su talento.
Mara Nóninska permanece en la historia del cine búlgaro como la actriz que osó enfrentarse a la miopía espiritual y los prejuicios que dominaban la sociedad búlgara a principios del siglo XX. Hoy en día, a su nombre ha sido instituido un premio a la Mejor Actriz Revelación en el cine.
La primera proyección pública de la comedia El búlgaro es un galán, escrita y dirigida por Vasil Guendov, quien además la protagonizó junto con Mara Nóninska, tuvo lugar el 13 de enero de 1915 en Sofía. Lamentablemente, la película no se ha conservado. La versión oficial de la destrucción de todas las copias afirma que la casa de Vasil Guendov quedó calcinada hasta los cimientos junto con todas las pertenencias del hogar durante los bombardeos de Sofía durante la Segunda Guerra Mundial. Según otra versión, todo el archivo de Guendov fue destruido deliberadamente después de que en 1944 llegara al poder en Bulgaria un régimen prosoviético. Sea cual fuere la verdad, años después la fecha de la primera proyección de este filme se estableció como el Día del Cine Búlgaro.
Este año, el Día del Cine Búlgaro se celebrará de forma poco convencional. En la plataforma de video Neterra TV estarán disponibles de forma gratuita 16 documentales y 23 largometrajes búlgaros de los últimos años.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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