Mariano, de Perú, sueña con trasladarse algún día a vivir en la costa búlgara del mar Negro, mientras que Lara, de Portugal, ambiciona matricularse en alguna universidad búlgara. Pero para poder realizar sus planes, ambos necesitan conocimientos del idioma búlgaro.
Mariano y Lara ven una oportunidad para ver sus sueños cumplidos en la persona de Alexándar Dimitrov, políglota y estudiante de la Universidad de Economía Nacional e Internacional, donde hace un máster de Negocio Internacional. Desde hace dos meses los jóvenes estudian la lengua y cultura búlgaras en cursillos en línea.
“Siempre me ha gustado presentar a mi patria, Bulgaria, a ciudadanos de otros países –dice Alexándar– . La idea de estos cursos surgió en una conversación con amigos del extranjero, cuando les pregunté si les gustaría aprender algo de búlgaro. La mayoría de ellos contestaron entusiasmados que sí e incluso me preguntaron si podían invitar también a amigos suyos. Así quedamos para una primera sesión a distancia para enseñarles algunas palabras básicas. De cara al evidente interés, animé a otros compañeros a que también invitaran a conocidos suyos del extranjero, deseosos de aprender algo nuevo. Al final se formó un grupo de 55 personas de veinte países y cuatro continentes”.
Corea del Sur, Brasil, México, Filipinas o China son algunos de los más distantes por su cultura y mentalidad en los que jóvenes muestran interés por la lengua búlgara. Hasta hace dos meses la mayoría de ellos ni siquiera habían oído nombrar al país, otros lo vinculaban con las leyendas del fútbol Jristo Stoíchkov y Dimítar Berbatov, con el mar o la bánitsa, este típico plato nacional.
“Al presentar su candidatura, cada uno debía escribir sus motivos para alistarse al curso –cuenta Alexándar– . En primer lugar, hay gente de países muy lejanos que no sabe nada de Bulgaria, pero aspira a aprender algún idioma exótico, a su juicio. Otros habían estado de vacaciones por aquí y han quedado muy satisfechos, por lo cual soñaban con volver algún día y poder comunicarse en nuestro idioma. Hay también jóvenes que estudiaron en el país, pero como no consiguieron superar la barrera lingüística, ahora quieren avanzar. Nuestros cursos resultaron ser una gran oportunidad igualmente para alumnos de lingüística”.
Además de aprender el idioma, los participantes del cursillo se familiarizan con sitios de interés histórico y cultural, con las costumbres, la literatura y la música búlgaras. Son ellos mismos los que fijan los temas y ya saben quién es la Abuela Marta, qué es una mártenitsa, cómo es el rito de los kúker. En Navidad recitarán su primer poema en búlgaro, escogiendo entre Iván Vazov, Gueo Milev, Elisaveta Bagriana y Asén Raztsvétnikov. La iniciativa de este peculiar recital es de la casa de cultura de la ciudad de Péshtera, en el sur de Bulgaria. Los videomensajes se colgarán en la página Vazrozhdensko prikluchenie (Aventura Renacentista) en Facebook. El mejor recitador recibirá un premio por su actuación.
Alexándar Dimitrov tuvo su primer contacto con un idioma extranjero a los cinco años, cuando comenzó a estudiar inglés. En enseñanza Secundaria estudiaba el francés y en Preuniversitaria, el español. Una vez ingresado en la Universidad, se sintió atraído por el portugués y el rumano. Hoy habla con soltura cinco idiomas extranjeros.
“No hay fórmula mágica para memorizar tanta información sin confundir las lenguas –expresa contundente– . Sin embargo, ayuda mucho si uno se centra solo en uno de los idiomas. Entonces tiene que hacerlo todo: escuchar las noticias, leer y hablar en este idioma, sin distraerse con otras lenguas. Es mucho más fácil ir aprendiendo los idiomas uno tras otro”.
El saber de tantas lenguas abre las fronteras para que Alexándar conozca gente y culturas nuevas no solo visitando su medio natural. El joven trabaja también de guía para Free Sofia Tour, los recorridos por la capital, Sofía, para mostrar a los turistas extranjeros los lugares de mayor interés de la ciudad. De momento su actividad en los cursillos lingüísticos es totalmente gratuita. No se ha puesto todavía a pensar cómo desarrollar su proyecto y convertirlo en un trabajo remunerado. Deja ver, sin embargo, que el entusiasmo, su propio y el de los participantes en los cursillos, le motivan para continuar. Mientras tanto, persigue su gran objetivo: convertir a Bulgaria en un país reconocible que uno recuerda para siempre.
Versión en español de Katia Dimánova
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