Este año el temor a la propagación del coronavirus ha centrado poderosamente la atención de la gente por el mundo. Hasta en la millonaria capital inglesa la vida ya no es la misma, comenta la búlgara Sabina Nedélcheva−Williams, quien lleva más de veinte años allende las fronteras de Bulgaria y ha pasado la mitad de ellos en Londres. Recuerda el feliz comienzo de 2020 con reuniones agradables y fructíferas de los búlgaros en Londres. Desde entonces están cerrados la pequeña librería y los restorancitos donde solían reunirse nuestros compatriotas. La vida en la enérgica ciudad continuó, pero manteniéndose distancia entre las personas. Así es cómo trabaja en estos momentos también Sabina, quien es ilustradora y enseña artes plásticas en un centro de estudios superiores. Dice que lo que la llevó a Inglaterra no fueron los deseos de encontrar un trabajo bien remunerado, sino el destino que la guió para que conociera a su pareja de la Isla. Sabina proviene de una familia de artistas, por esto su pasión por el dibujo se mantiene también en Inglaterra.
“He trabajado de profesora universitaria y también en otros lugares que no fueron de arte en estado puro, porque por el mundo uno no puede dedicarse a ello exclusivamente. Pero estoy contenta por haber mantenido mi capacidad de dibujar –cuenta Sabina, quien a menudo enseña dibujo e ilustración también a compatriotas en Inglaterra– . Aquí, en la Isla, nunca me he sentido perjudicada por ser extranjera. Siempre he encontrado una acogida cálida, amistosa y de respaldo. Los británicos suelen ser reservados con los extranjeros, pero cuando entregas en el trabajo la atención y el corazón, entonces cuentas con todo su apoyo”.
Para Nochebuena en el hogar de los Williams habrá obligatoriamente un número impar de platos magros. Tal como lo exige la tradición búlgara, se amasa pan, la casa se adorna y la mesa se inciensa.
“Es la mujer la que trae estas tradiciones a la casa –dice Sabina– . Naturalmente se acata también la tradición inglesa, como ha de ser en un hogar como el nuestro. Para mí, las raíces, la cultura, el idioma son elementos muy importantes en la vida del ser humano. Yo tengo una fuerte relación con la lectura y el habla y no puedo privarme de esta hermosa energía que lleva la lengua búlgara, la canción búlgara. Mi hijo puede que no continúe su vida en Bulgaria, pero hasta en el extranjero procuramos conservar las palabras, el lenguaje, la forma de pensar búlgaros. Es lo que nos diferencia de otros pueblos, ésta es nuestra riqueza. Yo hasta soñaba que cada búlgaro que no hubiera estado en el extranjero tuviera la posibilidad de vivir aunque sea un poco fuera del país. Porque cuando regrese valorará mucho más las tradiciones búlgaras, las respetará y las conservará mejor. Bulgaria atraviesa una crisis larga, a nadie le es fácil ahí. Mis padres están en la patria y me importa mucho todo lo búlgaro en mí. Pero todos nosotros, los búlgaros, necesitamos tiempo para desarrollar nuestras cualidades y confiar en ellas”.
Versión en español de María Páchkova
Fotos: Facebook /Sabina N Williams
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