La iglesia de San Nicolás y san Pantaleón, en el barrio de Boyana de la capital búlgara, Sofía, que 41 años atrás fue incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, es una verdadera joya al pie de la montaña de Vítosha. Desde hace ya 761 años, la pequeña iglesia conserva unos frescos extraordinarios del periodo del Prerrenacimiento y guarda secretos que todavía siguen sin resolver, como, por ejemplo, quién fue el artífice que pintó los hermosos frescos. Las 240 imágenes, obras maestras de las escuelas bizantina y búlgara del siglo XIII, contienen una serie de elementos innovadores.
San Nicolás es el patrono de la planta baja del templo, que servía a la sazón como iglesia del pueblo. Se pueden ver allí pintadas dieciocho escenas de la vida del santo, algunas de ellas inusuales en la pintura eclesiástica.
En la iglesia de Boyana también se encuentra el retrato más antiguo del santo patrono del pueblo búlgaro, san Juan de Rila, así como la única imagen en el mundo, según el investigador Andrey Grabar, de Cristo como adolescente, en el fresco titulado “Jesús entre los estudiosos en el templo”.
La planta superior, dedicada a san Pantaleón, era la capilla familiar de los gobernadores de la región de Sofía en aquel entonces, el sebastocrátor Kaloyán y su esposa, Desislava.
Ya en la Edad Media, el techo de la iglesia sufrió graves daños por un desastre natural y la mayoría de los frescos están irremediablemente perdidos. Las visitas al templo hoy en día se realizan conforme un régimen especial.
Eche un vistazo detrás de sus muros a través del artículo “La iglesia de Boyana, patrimonio de la Humanidad” de la colección de Radio Bulgaria.
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