Son pocos quienes saben que debajo de uno de los barrios de la ciudad de Devña o Devnya, al noreste de Bulgaria, yacen los restos de uno de los centros estratégicos para el Imperio Romano: Marcianópolis. El lugar atrajo la atención de los romanos por la abundante cantidad de materiales de construcción y agua potable.
Cuenta una leyenda que un día el emperador romano Trajano (98 − 117) se detuvo con sus tropas cerca de los manantiales kársticos de Devña, y su hermana Marcia envió a su criada a por agua. La vasija de oro se escurrió de las manos de la sirvienta, pero para sorpresa de todos, más tarde apareció en un río cercano. Los supersticiosos romanos consideraron aquello como una señal benevolente de los dioses, y el emperador decidió fundar en ese mismo lugar una ciudad, bautizándola Marcianópolis, por el nombre de su bella hermana.
Durante el tiempo de su existencia, Marcianópolis fue escenario de importantes acontecimientos históricos y alcanzó un auge económico y cultural durante la dinastía Severa (193–235). La ciudad se organizó siguiendo el modelo de las urbes griegas y de Asia Menor con un arco de triunfo, templos a las deidades del panteón grecorromano, una biblioteca, basílicas, un gimnasio y un anfiteatro con 3.500 asientos.
Más detalles sobre esta imponente ciudad, fundada durante la época romana en el territorio de la actual Bulgaria, aporta la publicación titulada “Marcianópolis: la ciudad de fascinantes mosaicos romanos“, de la colección de Radio Bulgaria.
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