Anoche, la lluvia en la capital Sofía impidió a muchos contestatarios a salir de nuevo, por 80 vez, a manifestar su descontento de los gobernantes búlgaros, en concreto contra el primer ministro Boyko Borisov y el fiscal general Iván Gueshev. “Puede que hoy seamos cinco en la plaza, pero mañana seremos 100.000 y esto es por su culpa”, enfatizó uno de los organizadores de la ola de protestas, dirigiéndose a los gobernantes. Los reunidos aprobaron con aclamaciones la negación del presidente de Bulgaria Rumen Radev de ponerse a negociar con el presidente del Gobierno.

Anoche quedó claro que uno de los contestatarios, Vladimir Guenov, está en huelga de hambre desde hace 14 días en una tienda del campamento de protesta montado en el centro de Sofía. Su estado ya es bastante grave, pero sigue firme en su intención de no probar comida hasta la dimisión de Boyko Borisov.