Su pasión es viajar solo por Bulgaria en busca de vivencias auténticas, porque considera que este país está imbuido de espiritualidad. Para Leon de Leeuw Bulgaria fue un flechazo.
El joven neerlandés de 28 años visitó un buen día el país en el marco de una gira turística por Europa del Este. Hoy, 6 años más tarde, todavía está aquí. Se ha establecido en Sofía, trabaja y sobre todo viaja. La curiosidad lo lleva a lugares abandonados de Bulgaria, ahí, donde la vida no ha cambiado sustancialmente en los últimos decenios.
“Estos viajes me conducen en la dirección de la vida verdadera, tal como fue hace 100 o más años. ¡Esto es algo único para Europa!”, declara Leon en un perfecto búlgaro. Afirma que le llegan más de cerca los encuentros en el interior del país, porque ahí la gente es cálida, cordial, educada, y también que: “Hay espiritualidad en Bulgaria. La hay en muchos sitios. En las montañas, en los pequeños monasterios. ¡Son lugares mágicos!”
A quien le gusta viajar, le gusta también compartir. El vlog de Leon en YouTube tiene muchos seguidores, sobre todo extranjeros. Él coloca ahí videos de sus andanzas por montañas y aldeas, de sus encuentros con los lugareños y sobre todo sus reflexiones sobre Bulgaria, la naturaleza, la arquitectura y las costumbres.
“¡Yo no veo una Bulgaria, yo veo muchas Bulgarias! Porque aquí hay contrastes terribles, sobre todo entre la ciudad y el campo”, dice Leon. Pero, ¿qué lo lleva a los lugares más pobres, más salvajes y más agrestes? ¿Pueden ser la ruina y la tristeza… hermosas?
“¡Hay belleza! −comenta, convencido, Leon− . Comprendes que el tiempo vuela. El tiempo no se detiene para nadie, ni siquiera para las piedras. Ellas carecen de alma, de sentimientos y sin embargo te indican que hasta ellas tienen su historia, y que te quieren contar algo, sin poder hacerlo”.
Su amor por el país Leon lo materializó también en un libro en línea, titulado Los edificios abandonados de Bulgaria, que contiene 150 fotografías con textos explicativos, como también en la novela Darko sobre un personaje imaginario de la ciudad de Lovech, que se retira en la montaña para buscarse a sí mismo. El neerlandés es igualmente autor de una colección de ensayos y de un poemario, dedicados a Bulgaria.
Se reconoce cautivado por las montañas Ródope y Rila, el pueblo de Zlatolist con su vieja iglesia y la tumba de la reverenda Stoyna, el pico de Shipka en la Cordillera de los Balcanes y por más y más rincones saturados de espiritualidad y melancolía.
“Mientras viajo por Bulgaria me alcanza un sentimiento diría que irreal… Ver cómo corre la vida… Y a pesar de los contrastes, a pesar de la hermosura y a veces hasta de la fealdad, uno se da cuenta de que la naturaleza siempre terminará venciendo y el tiempo seguirá su curso”, dice en conclusión Leon de Leeuw.
Versión en español de María Páchkova
Fotos: Facebook / Leon de Leeuw
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