Al cabo de un fin de semana maratoniano durante el cual tuviera que leer seis libros, Svetlozar Zhelev se desahoga de sus emociones en Facebook: ”He creado un movimiento de lentitud: lectura lenta, comida lenta, bebida lenta, vida lenta”. En estos términos resume su manifiesto. Actualmente, este hombre de letras es el gurú reconocido del movimiento, y sus secuaces están compartiendo su experiencia en el arte de capturar el instante en las páginas del compendio recientemente publicado de Zhelev, titulado Sobre el vivir lento y el disfrute de la vida.
Vivir con lentitud no quiere decir arrastrarse por la vida a la velocidad de un caracol, sino que significa abrir ampliamente los ojos y disfrutar cada momento.
”Lo lento no es velocidad, es la armonía entre nuestra percepción interior y la presión que el mundo exterior ejerce sobre el ser humano –dice Svetlozar Zhelev– . Al encontrar las “anclas” que nos hacen ralentizar nuestro ritmo de vida, conseguimos disfrutar de los momentos de placer y deleite. Depende de la velocidad si llegaremos a disfrutar de las nubes, el sol, los ocasos del astro rey, las flores y el aroma de los tilos”.
El literato estima que en la vida hay que deshacerse de todo lo que nos desagrada para comenzar a vivir.
”Lo que importa son los familiares, las personas a las que profesamos cariño y amor, es importante hacer lo que nos guste, encontrar tiempo para todas las cosas que nos producen satisfacción y nos mueven a sentirnos a gusto –prosigue Svetlozar– . No importa cómo vayamos a llamarlo: ”disfrute de la vida”, “vida lenta” o bien ”armonía”.
El periodista Gueorgui Toshev, uno de los protagonistas del libro, dice que va aprendiendo a hablar despacio, a pensar despacio, a vivir despacio, para no verse privado de instantes que pueda compartir.
”Uno de mis rituales lentos consiste en darme paseos en solitario por el bosque y, pese a quererlos compartir con otras personas, primero los tengo que compartir conmigo mismo –comenta Toshev– . Siendo una persona a la que le agrada compartir, he decidido que debo vivir en profundidad cuanto me va ocurriendo, antes que transitar simplemente por sucesos y gentes. La ralentización es importante para cualquier persona que haya tomado conciencia de que debe pertenecer no sólo a sí misma sino también al resto de los humanos, desde las personas más allegadas hasta las más distantes de uno”.
En su blog culinario In Food Veritas, Adriana Guiuzéleva eleva al rango de culto la comida lenta.
“Lo importante es disfrutar de la comida, independientemente de que se pueda tratar de “comida rápida” o “comida callejera” −opina Adriana− . Por ejemplo, uno de mis pequeños rituales es levantarme por la mañana a una hora más temprana de la habitual para contar con tiempo a dedicar a mí misma. Me preparo café y agua con limón, pongo la radio para escuchar el noticiero o música, bailo, plancho algo de ropa, y luego el tiempo ya comienza a correr más rápido”.
La epidemia del coronavirus no sólo ha ralentizado, sino que ha frenado nuestra vida, dice Svetlozar Zhelev. Y esto no debería ocurrir. Por esto ahora, cuando volvemos a lanzarnos con frenesí a rivalizar con los demás y con el tiempo, es bueno recordar de vez en cuando el estribillo de una canción búlgara, el cual dice: “Ve más lento, no lleves tanta prisa”.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, Diana Tsankova
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