Una joven de 30 años que recorrió el mundo entero gracias a su talento, así podemos describir en breve a la violinista Tanya Tingarova, nacida en la ciudad de Plovdiv. Reconoce que comenzó a tocar este mágico instrumento cuando tenía apenas seis años pero el amor por el violín nación mucho después. Cuando tenía 13 años se fue a los EEUU para estudiar en una de las famosas academias musicales en el país de las oportunidades ilimitadas.
La Academia se llama Idyllwild Arts Academy y está en el sur de California. Se encuentra en la cima de una montaña, en medio de un pinar y fue construida sobre un cementerio indio. Estuvimos aislados allí durante 5 años cuando yo era quinceañera. Me vi obligada a estar lejos de mis parientes y de mi familia. Allí conocí a gente del mundo entero, así como a hijos de líderes políticos, directores y actores hollywoodienses. Vivimos en un medio en que todos teníamos que desarrollarnos de la mejor manera posible para representar dignamente la Academia por el mundo.
La búlgara pasaba muchas de sus vacaciones en casa de familias de acogida. De su estancia con los miembros de estas familias y tras la experiencia en la Academia aprendió a ser muy independiente. Se convirtió en una verdadera luchadora, ya que desde los 13 años de edad tuvo que hacer frente a todos los retos y momentos difíciles que le deparó la vida. Fue así durante diez años, hasta que el destino la llevó a otro gran viaje en un mundo completamente diferente.
"Regresé a Bulgaria y recibí una propuesta de formar parte de un dúo clásico en un hotel de cinco estrellas en Omán. Hasta entones no sabía nada sobre el Oriente Próximo y acogí el país como una forma de meditación. La tranquilidad y la hospitalidad de sus personas eran de importancia vital para mí después de la lucha por sobrevivir en Nueva York".
E igual que en un cuento de hadas siguió una serie de propuestas y oportunidades.
"Ya vivía en Bulgaria pero fui a Dubái por el rodaje de un vídeo mío. Unos amigos míos me preguntaron si quería sumarme a la orquesta que acompañaba a Andrea Boccelli en Abu Dabi. Siempre había pensado que esto era imposible y parecía un sueño. Sin embargo, vi que tras años de trabajo y persistencia estar en el podio con estrellas de su talla es en realidad una meta alcanzable siempre y cuando uno sabe qué desea cómo puede lograrlo".
Entonces la violinista recibió una invitación inesperada. Días contados antes de una boda en la familia del emir de Catar, la violinista fue llamada para participar como intérprete:
"Entonces me encontraba en Dubái y mi gerente me llamó pidiéndome que viajara a Catar para tocar", recuerda Tanya. "Por poco perdí el avión y las autoridades migratorias de Catar me preguntaron por qué me encontraba allí y dónde iba a tocar. Yo no podía decirles nada porque la batería de mi teléfono estaba agotada. Afortunadamente me permitieron entrar en el país. Un chófer me esperaba y me condujo a un magnífico edificio que era el palacio del emir de Catar. Tenía que tocar en la boda de su nieto, que se casaba con la nieta del emir de Dubái. Entonces toqué en un cuarteto con tres otros músicos. Cada uno de nosotros estaba subido en un pedestal bajo un arca. Entonces tuvimos que improvisar pero todos estaban muy contentos".
Después de estas vivencias inverosímiles entre las altezas reales árabes, durante cuatro años Tanya tocó en un crucero con el cual viajó casi por el mundo entero. Cuando uno navega en mar abierto se convierte en parte de una gran familia y crea excelentes amistades, opina la búlgara.
Hoy la violinista se siente más feliz en su Plovdiv natal que asocia con “paz, amor y tranquilidad”. Realiza rodajes de vídeos sobre el telón de fondo de curiosidades naturales búlgaras y de este modo da su granito de arena a su difusión por el mundo. Me alegro de que después de tantos años de giras por el mundo en busca de la felicidad de nuevo estoy aquí, en mi tierra natal, dice Tanya Tingarova a Radio Bulgaria.
Fotos: archivo personal
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