El 2019 es un año especial para Iván Tonev, un maestro pasamanero de la ciudad de Plovdiv, actual Capital Europea de la Cultura. Por su abnegada labor en resucitar y conservar el antiguo oficio de sastre masculino fue distinguido con el Premio Guardián de las Tradiciones 2019 en la categoría de Oficios Artesanales, instituido por la Asociación de Fomento de las Artes y los Oficios Artesanales.
Iván tiene un taller en el que confecciona trajes tradicionales masculinos búlgaros a medida y conforme el gusto del cliente. Durante muchos años, Tonev, con título en finanzas, se dedicaba en su tiempo de ocio a elaborar ropa tradicional para hombres. Hace un par de años, empero, aprobó el examen para maestro pasamanero, concretamente en aplicar la pasamanería en la indumentaria tradicional. Aquello le sirvió de incentivo para sustituir el bufete de la sociedad de seguros en que se desempeñaba por el taller artesanal, y en ningún momento se ha arrepentido de esa decisión.
Me apasioné por la pasamanería hace seis años, cuando con mis correligionarios y amigos resolvimos formar nuestra Asociación *Hajduk–dice el maestro–. El nombre de nuestra Asociación implica que estemos recreando la época en que Bulgaria estaba bajo el yugo turco, en especial la época turbulenta de mediados del siglo XVIII a comienzos del XIX. A medida que íbamos desarrollando la Asociación, nos fuimos proveyendo de ropa y armas de la época, pero resultó que aquélla no se ajustaba a nuestros deseos. Era una indumentaria pobre en ornamentos y de talla pequeña. Empezamos a buscar asistencia hasta que al final fui yo quien me dediqué a confeccionar vestimenta masculina siguiendo una tecnología antigua en la que todo se hace a mano, tal y como se practicaba hace doscientos años. Yo busco los modelos, recorro los museos, tomo fotos de trajes de antaño, examino las tecnologías de hacer los ornamentos de pasamanería. Para hacer la ropa empleo material auténtico, paño grueso de lana, y los ornamentos que aplico provienen del Museo Etnográfico al Aire Libre Étara, donde los tejen usando máquinas autóctonas. Los sastres solían elaborar ropa masculina, y rara vez femenina. Además, en la vestimenta femenina este tipo de adorno no está tan acentuado. El pasamano tenía una aplicación más bien práctica; cubría el lugar en que se unían dos partes de la ropa. Nuestros antepasados solían cuidar de los detalles y tapaban, con fines estéticos, los puntos en que se ensamblaban los elementos; así el defecto se convertía en efecto.
Este oficio es prioritariamente masculino ya que la naturaleza de la labor implica usar mayor fuerza física. El proceso de elaboración de la vestimenta masculina dura un mes, incluso más.
En la ropa femenina se enfatiza en los bordados, mientras que la pasamanería está casi ausente. Hoy en día no hay quien confeccione piezas para el traje tradicional masculino, por eso me decanté por este oficio. Desgraciadamente, no hay maestros artesanos vivos de los que beber experiencia y saber. Examinando un traje voy descubriendo para mí mismo cosas que les eran familiares a los maestros de antaño. El traje masculino es un juego de pantalón turco, chaleco y abrigo corto, y elaborarlos lleva su tiempo. Hasta ahora lo he hecho todo a mano y nunca he hecho concesiones a ese respecto. Prefiero mantener este oficio en su forma antigua y autóctona. Me siento complacido con mitrabajo. No hay mayor alegría que ver el brillo en los ojos de los clientes cuando, al venir a recoger sus trajes, se los ponen y se miran en el espejo. Es un momento que no se puede comparar con nada. Últimamente observo un retorno a las tradiciones que va ganando popularidad, y la tradición significa transmitir la experiencia y el conocimiento de una generación a otra. Espero poder encontrar seguidores que perpetúen mi oficio, concluye diciendo Iván Tonev.
Versión en español de Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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