Al viajar a los EE.UU. Boyko Borisov, primer ministro de Bulgaria, manifestó que no admitiría una base de la OTAN en la costa búlgara de mar Negro. No eran palabras vanas, pues Borisov sabía que nadie en Washington le pediría a Bulgaria tal cosa. Hay más y es que el presidente norteamericano, Donald Trump, suele pedirles a los anfitriones de los efectivos militares estadounidenses que asuman su mantenimiento, y es que Bulgaria no está en semejantes condiciones. Bulgaria ofrece bases suficientes para el entrenamiento rotatorio de los contingentes del Pentágono y, en los casos de necesidad-como ocurrió en 2003-este país ofrecerá logística integral para las operaciones en el Oriente Medio. Además, el régimen para la entrada de navíos de guerra extranjeros en el mar Negro no está siendo regulado por la OTAN ni por los EE.UU. sino por la Convención de Montreux. Por lo demás, los barcos aliados de la OTAN que navegan por calendario bordeando las costas de Bulgaria, siempre están bienvenidos para atracar en los puertos búlgaros. De manera que mientras volaba a los EE.UU:, Borisov no tuvo problema alguno en dirigir un gesto de pacifismo hacia la porción oriental del mar Negro, de la cual Bulgaria espera todavía a turistas rusos.
La visita del primer ministro búlgaro a la Casa Blanca forma parte de la sucesión de reuniones que el presidente estadounidense acostumbra mantener con los líderes de Europa de Este. Bulgaria, para los EE.UU. es parte del puzzle en el que se van ordenando los intereses norteamericanos en la región de los Balcanes y en la zona del Mediterráneo Oriental. Para Bulgaria la visita a Washington de Boyko Borisov representa una oportunidad para poner los intereses búlgaros en sintonía con la política estadounidense en el Sureste de Europa.
Las ofertas de ambas partes se habían formulado ya antes de iniciarse el viaje de la delegación búlgara rumbo a Washington, en la que ha llamado la atención la ausencia de la ministra de Exteriores, Ekaterina Zajarieva, y la de la ministra de Energía, Temenuzhka Petkova. En forma de un anticipo favorable al desarrollo ulterior de la cooperación bilateral, el pasado verano Sofía hizo la compra de los aviones F-16 Los EE.UU. tienen bien claro que Bulgaria teme que pueda perder su estatuto de país importante de tránsito de gas en la región. EE.UU. también ve bien claro que, tras malograrse en proyecto “Corriente del Sur”, Bulgaria se aferra a la tubería del gasoducto “Corriente Turca”, y, encima, es lógico, desde el punto de vista geográfico, que este gasoducto cruce en forma diagonal desde Tracia rumbo a Europa Central. Sin embargo ya no se está en el año 2014.En un lustro a las fronteras de Bulgaria ha llegado el codiciado gas azerí. Pronto Bulgaria contará asimismo con acceso al gas licuado estadounidense y mediterráneo.
También han sufrido cambios las directivas de la UE sobre el gas. Con el fin de crear una alternativa al gas ruso que rumbo al hub austríaco en Baumgarten,irá siendo almacenado en el hub serbio “Patio Bánato”, los norteamericanos están dispuestos a apoyar la idea de Boyko Borisov para la creación en Bulgaria de un centro repartidor de gas. En éste se almacenarán, alternándose, gas azerí y estadounidense. Este hub competirá asimismo con el gas ruso por la tubería búlgara hacia Europa. En contrapartida, por la materialización de la idea, Washington pretende que Bulgaria adquiera un 20% de la terminal gasista en Alejandrópolis y asuma el compromisos de comprar un 20% de los volúmenes de gas suministrados, que serán vendidos a precios spot.
Bulgaria deberá, desde luego, incluir a los norteamericanos también en la diversificación del sector nuclear búlgaro. Desde la Casa Blanca insisten en recibir su tajada del malogrado “Gran Slam” ruso en el sector de Energía búlgaro: la triada formada por la Central Nuclear de Kozloduy, el Corredor Gasista Meridional y el corredor Burgas-Alejandrópolis. La pregunta que surge es ¿qué recibirá Bulgaria en contrapartida? Obviamente, no resultarán suficientes únicamente el hub gasista Balcan y la supresión de los visados norteamericanos para los ciudadanos búlgaros que viajen a aquel país. Lo que Bulgaria espera son inversiones norteamericanas, a cambio de las cuales, empero, EE.UU. reclama una supremacía de la ley y medidas decisivas en Bulgaria contra la corrupción.
Pues, ojalá que Donald Trump haga una visita a Bulgaria. Al reunirse con Boyko Borisov el inquilino de la Casa Blanca ha solicitado manifiestamente una invitación para hacerlo, lo cual representa la buena nueva.Es que Sofía es el lugar preciso para lanzar desde la capital búlgara mensajes a los Balcanes Occidentales. Si los agentes del Servicio Secreto del primer mandatario norteamericano le permitieran acercarse a la frontera greco-búlgara, el primer ministro búlgaro le llevaría seguro a que cortaran los dos la cinta de apertura de la interconexión gasista hacia la terminal de Alejandrópolis. Mientras tanto, ya se irán aclarando otras cosas más de las conversaciones en el Despacho Oval.
Versión en español por Mijail Mijailov
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