La proporción entre el número de padres adoptivos y el número de niños abandonados en Bulgaria se ha mantenido prácticamente inalterada a lo largo de los años, lo que indica que ha llegado el momento de un cambio en el sistema de selección de las familias que solicitan ser padres adoptivos. Esta conclusión se extrae de la práctica de larga data de las ONG, proveedoras de servicios sociales, que invitaron a representantes de instituciones estatales a participar en un foro de discusión sobre el tema “La voz de los niños adoptados”. El debate se centró en los desafíos y las dificultades de criar a niños adoptados, subestimados al principio, pero que, con el paso de los años, a menudo causan desilusión e incluso renuncia a la adopción.

Según datos extraoficiales, a mediados de 2019 en los registros de adopción búlgaros había inscritos 1,814 niños, mientras que las familias deseosas de adoptar un hijo eran 1,533. Cada año en Bulgaria se adoptan entre 500 y 516 niños, y el número de niños en espera de adopción sigue siendo mayor que el de los solicitantes de ser padres adoptivos. El número de niños con discapacidades pendientes de adopción es de 923, pero en 2018 sólo fueron adoptados 23, y a mediados del año en curso, apenas 8. Los datos provienen de un estudio iniciado por la Oficina de Servicios Sociales de la ciudad de Plovdiv y la Asociación Adoptados y Adoptantes.

Nuestros datos no pretenden ser representativos, pero trazan tendencias y abren el camino para un análisis exhaustivo del problema de la adopción en Bulgaria, dice Nedka Petrova, coordinadora experta de la Alianza Nacional para la Responsabilidad Social. Según los expertos, el tema más doloroso que puede causar traumas duraderos es el procedimiento para poner fin al proceso de adopción.

De hecho, somos nosotros, los mayores, los que hacemos una intrusión en la vida de un niño, y somos nosotros, los padres adoptivos y los candidatos a padres adoptivos, los que debemos aceptar al niño con sus peculiaridades, carácter y comportamiento y acogerlo como nuestro hijo para siempre, sin la posibilidad de abdicar y renunciar a él si algo no nos gusta –explica Nedka Petrova– . Porque el niño adoptado es un niño que ya nació, que tiene cierta experiencia de vida, a menudo traumática, y es nuestro deber cuidarlo, hacerle olvidar los traumas y crear las condiciones para que tenga una infancia feliz. Por ley, en caso de renuncia a la adopción, el niño recupera su identidad de nacimiento y hereda nuevamente a sus padres biológicos. Suele ocurrir más a menudo cuando el niño está en la difícil edad de la adolescencia, alrededor de los 15 o 16 años. Es decir, apenas acaba de formarse como persona, y, con el cambio del nombre, vuelve a perder su identidad. Imagínense que, de un día para otro, de Valeri (nombre adoptado) tiene que convertirse de nuevo en Vladimir y volver con unos padres que ni siquiera le esperan. Son problemas muy graves con los que tenemos que lidiar a fin de buscar la mejor solución para el niño.

Otro tema importante es el de la capacitación y preparación de los candidatos a padres adoptivos, ya que hay razones para creer que son insuficientes tanto en cantidad como en calidad. Además, es necesario que los especialistas involucrados en el proceso de evaluación de los candidatos a adoptantes estén muy bien preparados teórica y prácticamente para poder realizar una selección cualitativa.

Según los trabajadores sociales encuestados, los candidatos deben ser evaluados desde la perspectiva y la percepción de los niños que necesitan de cuidados parentales. Por último, pero no menos importante, también se debe tener en cuenta la edad de los solicitantes a padres adoptivos, ya que el estudio ha mostrado que la mayoría de los problemas se producen cuando la diferencia de edad entre los padres adoptivos y los hijos adoptados es grande.

Versión en español de Daniela Radíchkova