“Ecos de los Balcanes del siglo XX: Retratos y sonidos de Bulgaria”: este es el título de una exposición de fotografías documentales en blanco y negro tomadas hace 50 años en Bulgaria y otros 6 países balcánicos. Las impactantes imágenes se pueden ver hasta el 17 de noviembre en el antiguo palacio real y actual Galería Nacional de Arte de Sofía.
Un etnógrafo estadounidense ha conservado las últimas historias auténticas de Bulgaria de los años 60 y 70 en cientos de metros de película fotográfica y grabaciones de audio. Las fotos nos transportan a un tiempo pasado y nos dicen más que archivos y documentos, señala la vicepresidenta Iliana Yotova, que patrocina la exposición. Las 73 obras seleccionadas y expuestas son de Martin Koenig.
¿Quién es el hombre conocido en Bulgaria como "estadounidense afortunado"?
A principios del verano de 1966 llegó a Bulgaria un joven estadounidense lleno de energía positiva hacia la autenticidad de la conocida cultura étnica y musical del suroeste de Europa, poco conocida en EE. UU. En esa época, Martin era profesor de bailes folclóricos en el “Barnard College” de la Universidad de Columbia en Nueva York. Partió a Bulgaria con una carta de recomendación dirigida "a quien corresponda". Una de las recomendaciones de esa carta en la que presentaba su misión en Bulgaria era de un médico búlgaro que había emigrado a los Estados Unidos. Martin había sido paciente suyo, y resultó que se trataba de Zhivko Angelushev, hermano del famoso artista gráfico búlgaro Boris Angelushev. Así, desde el hogar de la familia Angelushevi en Sofía, Martin comenzó su viaje por Bulgaria. Boris Angelushev presentó a su invitado extranjero a su círculo de amigos, que incluía al poeta Valeri Petrov y al artista Hristo Neykov. Entre 1966 y 1979 años, Martin Koenig visitó Bulgaria 6 veces y estuvo coleccionando inestimables registros de audio que conserva hasta el día de hoy. Durante una de sus visitas, en la feria de Koprivshtitsa, escuchó la voz de la cantante rodopiana Valya Balkanska.
Martin es uno de los fundadores del Centro de Música y Danza Tradicionales de Nueva York, una organización que lleva 38 años apoyando el derecho de todo grupo étnico a preservar su patrimonio cultural. Con su ayuda se han filmado varios documentales y se han grabado registros de gramófono, dos de los cuales en Bulgaria. Precisamente en uno de ellos está la canción "Delyu se hace soldado", interpretada por Valya Balkanska y los gaiteros Stefan Zahmanov y Lazar Konevski. Según recuerda de Martin Koenig, la grabación se realizó en un aula de la escuela de Smolyan. Fue esta canción de la región de los Ródope la que más tarde sería seleccionada para el disco de oro que vuela por el Espacio a bordo de dos naves espaciales, la Voyager 1 y la Voyager 2 (1977), como parte de un mensaje musical de la Tierra.
Además de ese tipo de grabaciones sobre el terreno, durante su proyecto en Bulgaria Martin tomó con una cámara de 16 mm cientos de fotografías en blanco y negro, no solo en Bulgaria, sino también en Rumanía, Grecia y Yugoslavia. Entre ellas hay una foto de Valya Balkanska de la época de la legendaria grabación.
Ahora Martin Koenig se encuentra de nuevo de visita en Bulgaria, pero esta vez para compartir sus recuerdos de la Bulgaria que ya no existe y para reencontrarse con algunas de las personas que participaron en su misión etnográfica y contribuyeron a su éxito.
Lamento no hablar búlgaro, pero visité el país por última vez hace 40 años, dice en Sofía el autor de la exposición "Eco de los Balcanes". No soy fotógrafo de profesión y me encanta fotografiar a las personas que conozco, pero agradezco especialmente al fotógrafo búlgaro Ivo Hadzhimishev que me ayudara a organizar mi archivo y a preparar la exposición. Esta muestra un breve momento en la historia de los Balcanes, pero para mí es un momento muy especial. Durante este período, cuando vine a Bulgaria hasta 1979, vi que las cosas mejoraban constantemente aquí, que Bulgaria se iba abriendo y que la gente que anteriormente había estado en condiciones muy difíciles comenzaba a vivir mejor. Estoy agradecido también a todos los colegas búlgaros que me ayudaron en mi investigación durante esos años, porque no soy un investigador especializado en balcanística. Desde entonces tengo una conexión muy profunda con Bulgaria en mi corazón.
Versión en español por Marta Ros
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