Poco antes de la llegada del otoño, la élite artística de Bulgaria se reúne en la pintoresca y antigua ciudad de Sozópol, en la costa meridional del mar Negro, en el marco del Festival de las Artes Apolonia. Este año, del 29 de agosto al 7 de septiembre, se celebra la 35ª edición del certamen. Durante los días del Festival, el público podrá disfrutar del arte y las actuaciones de algunos de los artistas más renombrados y destacados de los ámbitos de la música, el cine, el teatro, la literatura, el ballet y las bellas artes. Igualdad de todas las artes: este es el concepto que sentó las bases del Festival Apolonia. Su fórmula se mantiene sin cambios a lo largo de los años, y su gran popularidad se debe al afán de los organizadores de presentar al público a los artistas más talentosos y sus logros.
El programa de la edición de este año iniciará con un espectáculo dedicado al 50 aniversario del Ballet Arabesque. La cartelera incluye, asimismo, más de 70 eventos culturales de actualidad. Entre los artistas nacionales que saldrán al escenario musical de Sozópol están la soprano de ópera Alexandrina Pendachanska, los cantantes de jazz Hilda Kazasyán y Vasil Petrov, el pianista y compositor Zhivko Petrov, la Big Band de Radio Nacional de Bulgaria, las bandas de rock FSB, BTR y Fondatsiata (La Fundación) entre otros.
El verdadero reconocimiento para nosotros durante estos 35 años son el público y los artistas. Por eso hemos organizado nuestro programa de aniversario de tal manera que el público se sienta feliz de ver en Sozópol a sus actores, escritores, poetas y demás artistas favoritos que han logrado éxitos excepcionales durante el año en curso –dice Margarita Dimitrova, directora artística del Festival desde su creación– .
Han sido 35 años de perseverancia y de amor por el arte. Sozópol se colma de visitantes cuando empiezan nuestros eventos culturales, lo cual es un logro. En los últimos años, muchos artistas búlgaros, principalmente músicos, trabajan en distintos lugares del mundo, y no sé si debemos hablar de ellos como de búlgaros o como de nombres del escenario mundial. En realidad, ellos representan el arte búlgaro ante el mundo y muestran lo que han aprendido en Bulgaria. Es el caso, por ejemplo, de la cantante lírica Alexandrina Pendachanska, quien hace unos días comenzó su clase magistral en Sozópol. Es su primera clase de este tipo aquí y espero que logre transmitir su experiencia a sus compañeros de profesión más jóvenes. Lamentablemente, ella no vive de forma permanente en Bulgaria y rara vez actúa como invitada. Stanislav Hvarchilkov, un guitarrista maravilloso residente en Inglaterra desde hace años, donde enseña y compone sus propias obras, también ofrecerá un concierto durante el Festival. Son apenas algunos de los búlgaros que popularizan y propagan la cultura búlgara en el extranjero.
Margarita Dimitrova resalta otro importante evento musical del programa del certamen: el concierto que darán el pianista Ludmil Ánguelov, el guitarrista Tsvetán Nedyalkov, la contrabajista Margarita Kálcheva –los tres de Bulgaria– , el violinista serbio Jovan Bogosavljevic, y el bandoneonista argentino Matías González. Interpretarán piezas de Astor Piazzolla. Se espera que el concierto atraiga a una gran audiencia. Cada año, especialmente para nuestro Festival, vienen a Sozópol un gran número de búlgaros que trabajan en el exterior, así como ciudadanos extranjeros a los que les gusta Apolonia y siguen de cerca su programa –prosigue Margarita Dimitrova– .
Lamentablemente, en estos 35 años, en Sozópol no se ha construido una nueva sala de conciertos o escenario teatral que corresponda al nivel de todos estos eventos reunidos en un solo lugar durante los días del Festival. Es por eso que las entradas se agotan rápidamente; las salas actuales son muy pequeñas. Incluso el anfiteatro, el recinto más espacioso de la ciudad, tiene sólo 600 asientos. La sala de música clásica dispone apenas de cien butacas, y siempre hay espectadores de pie, porque no podemos decirle a la gente que viene cada año, nos felicita y disfruta sinceramente con lo que hacemos que no puede entrar.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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