Siempre he pensado que la fotografía es comparable a la poesía. Es la poesía de las artes visuales, porque en ella no hay tanta técnica. Con la fotografía eres libre de muchas convenciones que encontramos en otros géneros de artes visuales. Ahí hay una lectura directa, especialmente cuando se trata de fotografía documental, cuando el fotógrafo siente el mundo que lo rodea y debe mostrarlo tal como lo ha sentido. Hay otra energía, aunque más trivial, relacionada con la fotografía: su poder de detener el tiempo, revela el fotógrafo Valeri Poshtarov en una entrevista con Radio Bulgaria. Sus fotografías nos trasportan a un espacio donde el tiempo realmente se ha detenido, y sellan la magia que hay en la mirada de los protagonistas: la gente corriente, que parecen hablar con facilidad natural. Así son también las fotografías del proyecto "El último hombre de los montes Ródope", en el que Valeri trabajó el año pasado.


Para llevarlo a cabo invirtió varios meses en un viaje que lo llevó a 556 pueblos salpicados por esta mítica montaña búlgara. Las imágenes con las que regresó a Sofía carecen de vanidad. En ellas no hay nada superfluo, la atención se centra en los ojos, a través de los cuales brilla el alma de los personajes. No tienen como objetivo mostrar las carencias o los problemas internos de la gente, sino más bien recordar al público algunos de los valores y principios morales de sus antepasados y descuidados en la actualidad. Poshtarov admite que prefiere fotos en blanco y negro porque es mucho más fácil para el espectador concentrarse en lo principal, la historia, pero señala que recientemente también fotografía en color:

A lo largo del año pasado, después de más de 15 años de trabajo en el género de la fotografía documental, comencé a trabajar en color. Esto es un desafío para mí, que me permite ver los mismos temas que siempre me han entusiasmado de manera diferente. El color también puede ser un medio adecuado de expresión, pero considerando que he estudiado pintura, esto para mí no es un fin en sí mismo, sino algo que debe expresar un estado concreto y aportar emoción y armonía. Los fotógrafos, especialmente en los géneros que no permiten que las tomas estén dirigidas, dependemos en gran medida de la realidad. Por lo tanto, el color no es algo en lo que podamos pensar para lograr la armonía, como un pintor con su paleta.

Poshtarov ha participado en más de 30 exposiciones individuales y colectivas en París, Berlín, Frankfurt y otras ciudades de Europa occidental. También ha sido nominado para múltiples premios, pero no es eso lo que le incentiva a continuar con su vocación. Tal vez suene extraño, pero cuando vivía en París y hacía exposiciones regulares en Europa occidental sí buscaba esa exposición, aunque luego me decepcionó bastante la vanidad de esta vida, afirma Poshtarov.

Siempre me ha resultado interesante conocer a la gente a la que voy a fotografiar, no tanto al público. El momento de realización de un artista es aquel en el que crea su obra. Probablemente este sea un conflicto importante para el artista, porque a menudo busca el éxito en la aprobación pública, en el estatus material o en la imagen que ha construido ante una u otra institución. También creo que un artista está actualizado mientras desee expresarse. Entonces nada puede detener ese poder que bulle en él.

En 2011, Poshtarov regresó de Francia y se estableció en Sofía, donde creó la primera galería online de Europa del Este dedicada exclusivamente a artistas búlgaros, desde el Modernismo hasta la actualidad. Su deseo es participar de alguna manera en la vida cultural del país. Hoy en día ya hay 4 000 imágenes en su galería. Tiene como objetivo hacer una especie de museo virtual de los maestros búlgaros, ya que muchas de sus obras son propiedad privada o rara vez se exhiben en galerías estatales.

Versión en español por Marta Ros