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Yo también tengo una familia, aunque de acogida


En los días previos a las celebraciones de finales de año, las cadenas de televisión llenan sus programas con películas románticas para familias felices inspiradas por el espíritu navideño y el amor en su máxima expresión. Entre las sonrisas y los deseos de la pequeña pantalla hay también publicidad de regalos y promociones festivas. Y detrás de la fachada de los escaparates decorados y la vanidad de las compras, entre el frío se oculta la pobreza, la otra cara de las fiestas. Nos pide que les abramos también nuestros corazones a ellos: los abandonados, las personas sin hogar, las familias necesitadas, y que tratemos de calentar sus corazones con cuidado, aliviar su dolor, aceptarlos en nuestros hogares.

Y los más necesitados de calidez y confort familiar son los niños que, por diversas razones, no pueden vivir con su familia biológica. Precisamente para ellos se creó la llamada "crianza de acogida*" para llenar de forma temporal la falta de entorno familiar:

La crianza de acogida es una tarea muy difícil y no se espera que las personas que están interesadas en ello estén preparadas, dice Bilyana Koycheva, directora del Centro de Asistencia Social del Instituto de Actividades y Prácticas Sociales. En la práctica, todo se aprende trabajando con los niños y los padres de acogida. El empleador de las familias de acogida en Sofía es el municipio de Sofía, que también aporta la financiación. Somos una organización de apoyo y les proporcionamos supervisión, grupos de apoyo, reuniones mensuales individuales y visitas a domicilio. Tenemos una amplia experiencia en este campo y no trabajamos sólo con los candidatos a padres de acogida, sino que después de la colocación de los niños seguimos apoyando a las familias de acogida. Lo hacemos de forma gratuita, con la intención de que este servicio se desarrolle más y sea la mejor opción de Bulgaria.



El objetivo de la crianza de acogida es darle al niño la oportunidad de crecer como persona, justo cuando no tiene el apoyo de sus padres. Precisamente eso es lo que motivó a Maria Blagoeva a convertirse en madre de acogida en 2009. Entonces conoció a Remi, un niño "perdido” de ascendencia nigeriana, que no tenía a nadie. Y cambió su destino: se convirtió en un famoso bailarín con muchos trofeos, premios y una escuela de baile. Actualmente María se ocupa de dos hermanos de 9 y 10 años, niño y niña, a los que lleva cuidando 6 años.

Se desarrollan constantemente ante mis ojos. El niño es excelente, y la niña es una samaritana nata. Muy motivada, muy organizada, con una clara visión de futuro. Sabe lo que quiere: ser enfermera o veterinaria. Y el chico es tan sabio que a veces me parece que hablo con un anciano. Él y su hermana van a clases de baile con su hermano mayor Remi. Ambos estudian en una escuela privada porque no pudieron encajar en una pública.

¿Cuáles son los pros y los contras de la crianza de acogida?

Para los niños solo hay ventajas. En cuanto a los padres, deben saber que esto cambia por completo sus vidas. Mi vida se divide en dos: antes de ser madre de acogida, y después. Siento que antes era una persona totalmente diferente. Cambié mi círculo de amigos y mi modo de vida. Tengo un hijo biológico que de vez en cuando me dice: "Mamá, no te preocupaste tanto por mí". Para ser sincera, estos niños necesitan muchos más cuidados, tienen heridas que curar. Junto con ellos, los padres de acogida pasamos por alegrías y penas, nuestras victorias y derrotas conjuntas. Los niños son muy queridos, de eso no hay duda.



María es miembro de la Asociación Nacional de Acogida y está en contacto con padres de acogida de todo el país. Conoce su gran dolor: la llamada “reintegración”, o retorno a la familia biológica. Cuando el niño regresa a la familia de la que había sido retirado por algún riesgo, y una vez más cae en el mismo círculo vicioso, se pierde el efecto de la crianza de acogida.

Eso supone un gran trauma para los niños y el progenitor de acogida, porque le prohíben verlos, y ellos, a su vez, se sienten traicionados. Pero cuando regresan con padres que les quieren o son adoptados y felices en su nueva familia, la misión de la crianza de acogida se cumple. Este es también el objetivo de la crianza de acogida: tender la mano a un niño necesitado, tirar de él y soltarlo para que nade solo o ayudarlo a ir a un lugar donde será más feliz. Entonces el padre de acogida es feliz.

* Según datos de la Agencia de Asistencia Social, a finales de junio de 2018 las familias de acogida en Bulgaria eran 2175, y la cifra más alta se registra en las regiones de Varna - 144, Shumen - 142, Veliko Tarnovo y Montana – 134, Pleven – 131, Haskovo – 128, Pazardzhik – 114. En Sofía hay solamente 55 familias de acogida.

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Centro de Asistencia Social

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