“Dios, gracias por agraciarnos con la posibilidad de ver también hoy el amanecer. Permítenos ver asimismo el anochecer de este día”. Con esta oración y agradecimiento por la vida empezaba cada nuevo día en la pequeña aldea de Gumoshtnik, cerca de la ciudad de Troyán, en el centro norte de Bulgaria. El área de Troyán es conocido por sus numerosos atractivos históricos y naturales, una parte considerable de los cuales se ubica en Gumoshtnik. Según los lugareños, la iglesia local es una verdadera obra maestra de la construcción y la pintura de iconos ortodoxa. La edificación de un inmueble macizo con un muro de casi un metro y medio de grosor es una muestra del genio pragmático de los antiguos vecinos de la localidad. Hoy en día el templo es declarado monumento de importancia nacional.
Una evidencia de la alta moral y los anchos horizontes de los habitantes de Gumoshtnik es la escuela, fundada en el año 1829. La misma conserva su aspecto auténtico y es uno de los sitios de interés más visitados. Según fuentes históricas, ya en el siglo XV la población de la localidad ascendía a aproximadamente 4.300 personas. En el lugar de la actual aldea había un importante centro administrativo con siete mesones y ocho grandes fábricas de manufactura.
En 1927, gente de mente lúcida de la serranía decidió crear en Gumoshtnik una casa de cultura. Le dieron el nombre del monje Paisíy, el primero en recopilar en un pequeño libro la gloriosa historia del pueblo búlgaro. El centro cultural desarrolla también en la actualidad sus actividades culturales y educativas. La colección de la biblioteca cuenta con más de 9.000 volúmenes de libros. Hace unos años en la casa de cultura fue montada una galería de arte con el nombre de Tsanko Marinov, un artista autodidacta local. Entre sus obras hay una imagen de Paisíy pintada a semejanza de uno de los iconos más antiguos de la Virgen en la iglesia local; utilizó las mismas técnicas para retratar esta preclara personalidad de la historia nacional. Marinov ha recreado también imágenes de lugareños, el panorama del lugar y escenas de su aldea natal. En la galería se puede ver, asimismo, una de sus obras emblemáticas dedicada a la mujer de la región de Troyán, de la que parece irradiar luz.
La aldea de Gumoshtnik atrae a los turistas con sus numerosos atractivos históricos y la naturaleza hermosa, pero su nombre se asocia muy a menudo con un monumento que recuerda a ocho vecinos del lugar que murieron en el naufragio del legendario barco transatlánticoTitanic en 1912. Se marcharon obligados por la gran pobreza de principios del siglo pasado. Vendieron sus tierras, tomaron préstamos de los bancos y compraron un boleto para el barco dejando aquí a sus esposas e incluso los hijos que estaban por nacer –cuenta Anguelina Gueorguíeva, secretaria de la casa de cultura– .
Había carteles que decían “¡Descubre el nuevo paraíso en este planeta!”, y estos jóvenes aldeanos se fueron en pos de su sueño de una vida próspera y mejor. La colección del museo conserva un artículo titulado “Amor a la Hollywood”. Cuenta la historia de dos niños: un muchacho y una muchacha, cuyos padres se fueron dejando en la aldea a sus parejas embarazadas. Los dos nacieron en un mismo año y se quedaron sin sus padres en un mismo tiempo. Sin embargo, el destino decidió reunirlos. Cuando crecieron crearon juntos su propia familia quedándose unidos para siempre. Mucho antes que los que se embarcaron en el Titanic, vecinos de Gumoshtnik viajaban por el mundo ganándose, y bien, la vida en el extranjero. Pero tan pronto fue declarada la Primera Guerra Balkánica, en 1912, un conflicto entre el Imperio Otomano y los aliados Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro, los naturales de Gumoshnik regresaron para defender la tierra natal. Eran grandes patriotas dispuestos a cualquier cosa por la patria. Hoy en día el mayor problema está relacionado con la despoblación de la aldea. Apostamos predominantemente por el turismo. Este es el pueblo con más casas de campo en la zona. En verano aquí vienen muchos niños con sus padres y la vida vuelve a bullir. Nos alegramos con cualquiera que viene a visitarnos y le damos la bienvenida con la hospitalidad de auténticos serranos.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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