Este miércoles, en el marco de unas dos horas, más o menos, el Gobierno ha decidido retirar su propuesta para la ratificación de la Convención de Estambul, y el Parlamento ha rechazado la proposición del Partido Socialista Búlgaro de celebrar una consulta popular sobre el tema. En dos horas del orden del día de la vida política nacional ha sido suprimido un tema sensible que por espacio de tres meses había sido central y generador de polémicas colmadas de dramatismo, incluso en el seno de la coalición gobernante. Sea porque tal evolución era esperada, sea porque en el horizonte de los debates públicos y políticos ha cobrado cuerpo otro tema escabroso y doloroso −el de la venta de la sociedad distribuidora eléctrica CEZ−, la suerte de la Convención de Estambul en Bulgaria ya no emociona a los medios informativos y parece ahora un tema totalmente arrinconado. No obstante, es un tema que sí merece un comentario.
La negativa de ratificar la Convención la ha explicado el primer ministro Borisov con la necesidad de que el partido GERB haya tenido que tomar en consideración las reacciones graves de sus socios en la coalición gobernante, de la Iglesia Ortodoxa de Bulgaria, del Muftiado y también los recelos desatados en la sociedad frente a algunos textos, inaceptables para ella, de la Convención relativos a los géneros. A simple vista, la mayor fuerza política en el poder se ha sometido a la máxima Vox populi, vox Dei, o sea, La voz del pueblo es la voz de Dios, pero esto no es así del todo.
Los Patriotas Unidos venían lanzando la advertencia de que, de seguir el partido GERB insistiendo en la ratificación de la Convención, pondría en tela de juicio la estabilidad del gobierno de coalición. En este sentido la negativa del socio grande se puede definir como sometimiento a lo reclamado por el socio menor. Pero no sólo es eso, ya que el propio primer ministro ha confesado que la decisión del partido GERB ha obedecido asimismo a miedos a que sólo éste vaya a cargar con las consecuencias negativas de una eventual ratificación.
El socio menor en el Ejecutivo, la coalición nacionalista de los Patriotas Unidos, ha celebrado la decisión de GERB. Es que la negativa a ratificar la Convención de Estambul disipa no sólo los temores a una desestabilización del Ejecutivo, sino además los recelos de eventuales elecciones anticipadas, no descartadas por el partido Ataka, que forma parte de los Patriotas Unidos. Al mismo tiempo, la negativa elimina o, al menos, minimiza, el peligro de conmociones en el seno de los propios Patriotas Unidos. Es que los líderes de los partidos VMRO y Ataka no ocultaban sus discrepancias con la tercera formación de la coalición nacionalista, en lo tocante de si se debería celebrar o no un referendo sobre la Convención de Estambul. En el contexto de estas disensiones temían que el Frente Nacional por la Salvación de Bulgaria −la tercera formación en cuestión− pudiera retirar a sus diputados de una votación eventual del documento en el Parlamento de Bulgaria, causando así una escisión en la coalición de los Patriotas Unidos. Sea como fuere, no se ha llegado a una votación y se podría afirmar que es esto lo que ha conservado, de manera indirecta, la unidad de la coalición nacionalista. Sin embargo, no se puede decir otro tanto con respecto al Partido Socialista Búlgaro.
El Parlamento ha rechazado la propuesta de este partido de celebrar un plebiscito en lo tocante a la ratificación de la Convención de Estambul, por 121 votos del partido GERB y una parte de los del Movimiento por Derechos y Libertades. Veintitrés diputados por la coalición de los Patriotas Unidos y por el partido Volya se abstuvieron y sólo votaron a favor del referendo los diputados por el Partido Socialista Búlgaro. Este reparto de los votos en el Parlamento pone de relieve que la mayor fuerza opositora en Bulgaria se encuentra aislada en alto grado, no sólo frente al resto de fuerzas parlamentarias, sino dentro de la propia oposición, de la que también forman parte el Movimiento por Derechos y Libertades y el partido Volya. En lo tocante al tema de la Convención de Estambul, el Partido Socialista Búlgaro se mantiene asimismo aislado del Partido de los Socialistas Europeos, presidido por Serguei Stanishev, ex líder del Partido Socialista Búlgaro. Es así porque a nivel europeo, hace algún tiempo, el Partido Socialista Búlgaro se mantenía a favor de la ratificación de la Convención, y ahora, a nivel nacional, ha ocupado una posición diametralmente opuesta.
A fin de cuentas, Bulgaria se ha quedado en el grupo de países que no han ratificado la Convención de Estambul. Según datos hechos públicos en los medios informativos nacionales, el documento ha sido ratificado por 26 países, dos de los cuales pretenden ahora desistir de sus firmas por desarrollarse sendas polémicas en sus sociedades. Diecisiete países no han ratificado la Convención debido a debates internos, en tanto que siete países de la UE se han negado a firmarla, por los textos discutibles en el documento. La no ratificación no ha generado en Bulgaria preocupaciones especiales Según datos de un sondeo sociológico de la agencia Gallup, de mediados del pasado mes de febrero, la desaprobación del documento es muy acentuada. Un 86 % de todas las personas encuestadas ha dicho estar enterado de la Convención de Estambul, y por entre ellas un 58 % está en desacuerdo con la ratificación. Por la ratificación de la Convención se ha pronunciado un 10 % de las personas entrevistadas, y el porcentaje restante hasta el 100 % corresponde a personas que vacilaban.
Versión en español por Mijail Mijailov
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