En la última decena de años la tasa de paro en este país nunca había sido más baja. Los desempleados representan un 7,2 % de la población activa en Bulgaria, o sea, unas 200 mil personas. Al mismo tiempo, 300 mil búlgaros aptos para trabajar a plenitud no trabajan, ni buscan empleo ni tampoco estudian. Los empresarios se quejan diciendo que no tienen a quién contratar para las posiciones vacantes en sus empresas, mientras que la economía está marcando un crecimiento anual del PIB de un 4 %, aproximadamente, con perspectiva al aumento.
Según algunos expertos, el cuadro no es tan color de rosa como parece a simple vista. Hay, por cierto, un auge económico pero al mismo tiempo brillan por su ausencia inversiones extranjeras directas más cuantiosas, es decir, falta capital productivo a le vez que trabajadores adecuados, o sea, capital humano. El crecimiento económico está siendo apuntalado por la demanda interna y por las exportaciones pero no se basa en inversiones nuevas en instalaciones de producción ni en capital humano. Algunos ya se están refiriendo a una burbuja y a un recalentamiento de la economía que, en un momento determinado se reventarán y todo se desplomará por faltar de fundamentos sólidos.
En principio todo descenso del desempleo es algo positivo. Sin embargo, en el caso concreto de Bulgaria aparecen algunos matices. El descenso del número de los desempleados no es únicamente consecuencia de una expansión de la actividad económica, sino que se debe, en gran medida, a la exportación de mano de obra. En la práctica casi ya no hay familia búlgara alguno de cuyos miembros no se haya ido a trabajar en el extranjero y esto es especialmente válido para los trabajadores y empleados cualificados y con experiencia. De manera que una de las causas por la registrada reducción del paro reside en el hecho de que muchos búlgaros han conseguido trabajo en el extranjero.
Hay razones múltiples que explican la migración laboral masiva pero la fundamental es la baja remuneración del trabajo en Bulgaria. En este país los trabajadores pobres se pueden ver por doquier, tienen cualificaciones profesionales distintas y oscilan desde simples peones hasta economistas, juristas y médicos altamente cualificados. Si a lo anterior sumamos una población que envejece y se reduce arribamos, en la práctica, a la conclusión de que el crecimiento económico en Bulgaria está peligrando fuertemente ya que, simple y llanamente ya no habrá quién trabaje. El desempleo, actualmente a un nivel récord bajísimo no hace sino demostrarlo. Expertos respetados consideran que si los empleadores encontraran en el mercado laboral la mano de obra que necesitan y reclaman , el crecimiento económico en el país podría rebasar con soltura el 6 % y esto acortaría con rapidez muy mayor la diferencia entre el nivel de vida en Bulgaria y el que ostentan los países europeos más desarrollados. Esto a su vez redundaría en una reducción de la presión emigratoria sobre la economía nacional y la convertiría en un sector mucho más estable y próspero. Sin embargo, un “si” condicional no será capaz de resolver los problemas de la economía y esto las autoridades lo tienen bien claro. No por casualidad se esfuerzan, en la medida de sus posibilidades, por facilitar y subvencionar la cualificación profesional de quienes no trabajan para que se reduzca, aunque un poco, la brecha entre la demanda y la oferta en el mercado de la mano de obra.
Hay también otra forma para conseguir la mano de obra indispensable: importándola del extranjero. Este método no es un secreto tampoco para los empresarios búlgaros pero la tarea presenta una dificultad elevada ya que, en principio, el movimiento de la mano de obra se suele efectuar de los países menos desarrollados rumbo a los de mayor desarrollo. La condición de Bulgaria del país más pobre de la UE no le otorga una posición fuerte y este país no tiene con qué atraer a trabajadores y empleados del extranjero. No obstante ello, ya se han hecho intentos en este sentido contratándose mano de obra de Ucrania, Moldavia y Armenia. Se están preparando ahora medidas que faciliten la contratación de trabajadores extranjeros. Los observadores, empero, no son optimistas en este sentido.
Los expertos se mantienen escépticos también en lo tocante a las posibilidades de que al menos una parte de los búlgaros que se hayan ido a trabajar al extranjero retornen a la patria al ofrecérseles retribuciones similares a las que habían cobrado en los países extranjeros. El problema es que muchos de los búlgaros en el extranjero ya se han radicado allá de manera perdurable, han adquirido bienes raíces y les costará muchísimo abandonarlo todo en aras de un mero patriotismo nostálgico. El único consuelo en toda esta historia es que el crecimiento económico y el hambre de mano de obra que provoca, probablemente no van a durar mucho y llegará la hora de los recortes de personal, o sea, se formará un excedente de trabajadores y empleados asalariados. Ojalá surjan, mientras tanto, oportunidades y soluciones nuevas tendentes a mejorar la calidad y la cantidad de la fuerza laboral en Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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