¿A qué se debe el nuevo arrebato de Sofía y cuáles son las probabilidades de éxito para este afán?
La economía búlgara en los últimos dos a tres años, y también al menos en los dos posteriores, según el Banco Mundial, se desarrolla bastante bien con un crecimiento económico anual del orden de un 4 %, aproximadamente. La inflación se encuentra controlada y en 2017 se situó al saludable nivel de un 2.8 % tras varios años de deflación. La deuda externa del país se encuentra inferior al 30 % del PIB, no hay déficit presupuestario, hay excedente presupuestario, el tipo de cambio de la moneda búlgara frente al euro se encuentra fijo y no ha sido sujeto a alteraciones desde hace ya 20 años. Todos los indicadores anteriores constituyen, de hecho, los criterios de Maastricht cuyo cumplimiento está siendo exigido para el acceso a la zona del euro. Bulgaria “ha hecho su tarea”, según dijera el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, durante la ceremonia por el comienzo de la Europresidencia búlgara. Es, ciertamente, importante lo que piensa el Gobierno en Sofía pero es aún más importante para el acceso a la Eurozona lo que opinan las instituciones europeas de las que depende la decisión definitiva. En este sentido las cosas resultan bastante contradictorias; no hay institución internacional económica y financiera que se precie que no considere que Bulgaria sí tiene su puesto en la zona del euro. Lo opinan concretamente el Banco Mundial, en la persona de Kristalina Gueorguíeva, su directora ejecutiva principal, y el FMI. En el caso concreto es particularmente importante conocer lo que piensan en Bruselas sobre el acceso de Bulgaria a la zona del euro. Jean-Claude Juncker, presidente de la CE, que se muestra benevolente para con Bulgaria, y concretamente con respecto al primer ministro Borisov, ha expresado en reiteradas ocasiones que el puesto de Bulgaria está en la Eurozona. Juncker no ha omitido resaltarlo una vez más durante los actos relativos al comienzo de la Presidencia búlgara del Consejo de la UE. ”Sólo les queda a ustedes hacer aún muy poco”, ha destacado Juncker.
Los observadores políticos y expertos financieros internacionales se muestran, empero, más parcos en sus elogios sobre Bulgaria y bastante más cautelosos en lo tocante a las posibilidades para la admisión de este país a la zona del euro. También ellos reconocen que Bulgaria ha cumplido, nominalmente, todos los requisitos pero hacen recordar que la decisión es política y se ha de tomar por consenso pleno. Y es justamente ahí donde las cosas se vuelven borrosas y dispares porque Bulgaria está siendo concebida en los diferentes países de la UE de manera bastante distinta. Esto se ha visto con óptima nitidez durante los festejos que han marcado el comienzo de la Europresidencia búlgara cuando medios informativos internacionales importantes hicieron públicas informaciones bastante objetivas pero, al mismo tiempo, bastante críticas sobre Bulgaria en las que primaban los temas de la corrupción, la delincuencia, la pobreza. Merecen una atención aún mayor las recomendaciones hechas a Bulgaria de que antes de adoptar el euro deberá alcanzar en grado satisfactorio el nivel de vida característico de la Eurozona. De momento esto aparece más bien como un buen deseo porque, para recuperar el retraso, bastantes cosas deberían cambiar en Bulgaria para que el país pase del actual 40 % del nivel de vida del europeo medio a, al menos, un 60 % del mismo.
No obstante, el camino por el que se ha encarrilado el país es el correcto y en muchos sentidos Bulgaria avanza a ritmos bastante rápidos y así aparece como totalmente realista la perspectiva de que a mediados de los años 20 del siglo XXI, Bulgaria acceda a la zona del euro. Sobre el telón de fondo de la buena evolución de la economía, las autoridades búlgaras se muestran ahora más seguras de ello. No hay que olvidar, sin embargo, la experiencia amarga de la humillante no admisión al espacio Schengen ni tampoco el persistente control y monitoreo, absolutamente ineficaz, de la UE sobre Bulgaria en los terrenos de Interior y Justicia, medidas impuestas única y exclusivamente por razones políticas, pese a que Bulgaria se ajusta formalmente a todas las reglas escritas. ¿No debería ser, acaso la UE justamente el ejemplo vivo de la aplicación del principio de la supremacía de la ley, en vez de manejar valoraciones y ánimos políticos subjetivos del momento?
Versión en español por Mijail Mijailov
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