En Bulgaria, país de una población de 7 millones 200 mil habitantes, se encuentran matriculados 3 millones 600 mil vehículos. Esto significa que a dos personas corresponde un vehículo, incluidos los niños de corta edad y las personas de la tercera edad. Del número total, a los turismos corresponde la cifra de casi 2 millones 700 mil. Sólo el año pasado los vehículos adquiridos en el transcurso del mismo sumaron más de 300 mil. No se pueden jactar con tales números países europeos mucho más desarrollados y con mayor población que Bulgaria.
Todo lo anterior suena bien desde el punto de vista económico pero no aparece como tan satisfactorio desde el punto de vista ecológico.
En principio, en todas partes en el mundo desarrollado se están tomando medidas para reducir el número de los autos de combustible diésel y gasolina sustituyéndolos por coches híbridos y eléctricos. De momento Bulgaria se queda al margen de esta tendencia. Del total de los más de 2 millones 700 mil turismos, matriculados en la Dirección Nacional de Tráfico, los coches eléctricos suman un poco más de 300, según los datos oficiales. Se han registrado asimismo unos 3 mil vehículos híbridos de motores eléctricos y de gasolina, y un centenar de tales accionados con energía eléctrica y agregado diésel. Se trata de un número despreciablemente ínfimo que tiende al cero por ciento dentro de la cantidad total. Por otra parte, la correlación entre las ventas de coches nuevos y tales de segunda mano en Bulgaria es de 1 a 10, y la edad media que tiene el parque automotor es superior a los 18 años, índices ambos sin análogos entre los países de la UE. De los más de 300 mil vehículos matriculados en 2017, los coches nuevos suman apenas 43 mil, los de cinco años, casi 13 mil, y el número de los coches, camionetas y autobuses más viejos asciende a unos 230 mil. La gasolina sigue siendo carburante preferido por los búlgaros, sumando un total de 1 millón 600 mil los coches a gasolina. Casi 15 mil de ellos están registrados con tener dispositivo para la combustión de metano, y, unos 170 mil, de gas. Es posible, sin embargo, que esta última cifra sea más elevada, ya que no todos los dueños han anotado el segundo combustible en sus talones. Los vehículos con motores diésel suman 1 millón 500 mil. Ofrecen cierta esperanza, de que los coches anticuados en las carreteras de Bulgaria vayan a disminuir, los datos sobre el aumento, del 23 %, de las ventas de coches nuevos durante el año.
Todo es cuestión, en última instancia, de los ingresos que perciben los búlgaros, y en lo tocante a los automóviles, las consideraciones económicas prevalecen frente a los argumentos de los ecologistas. Se dice que los vehículos anticuados contaminan más el aire con sus emisiones de gases y con partículas de polvo y se comenta que los coches que queman gasolina y combustible diésel son enemigos de la naturaleza a la que infligen daños irreparables. Todo esto es, en gran medida, cierto y nadie lo cuestiona. El problema es que son pocos los búlgaros capaces de comprarse un auto nuevo y menos contaminante, que cuesta de 10 mil euros para arriba, al ser el salario medio mensual en el país de casi 500 euros. Es aún inferior el número de quienes se pueden permitir el lujo de conducir un coche híbrido o totalmente eléctrico, que cuestan un dineral. No hay que olvidar que en la esfera del transporte automotor, Bulgaria se encuentra actualmente en la etapa de desarrollo que tuvieron los países industriales europeos en la segunda mitad del siglo XX, cuando se construían en masa autopistas. Actualmente Bulgaria está desplegando grandes esfuerzos en este sentido y ha relegado a un segundo término la creación de un mayor número de puestos para recarga de los acumuladores de los coches híbridos y eléctricos que, a fecha de hoy, no tienen gran autonomía en su circulación. Tampoco están siendo considerados por el Estado unos subsidios financieros para los dueños de vehículos ecológicamente limpios. Hay que decir, desde luego, que las autoridades búlgaras, con todo, han hecho algo para incentivar las compras y el uso de coches ecológicos no contaminantes, algo que no cuesta dinero, y es que los conductores de tales vehículos disfrutan de manera gratuita de las zonas de estacionamiento regulado en las ciudades. Mientras, la habilitación de áreas de recarga sigue en las manos de las propias gasolineras que han aceptado el reto y en gran número de ellas ya se han instalado los equipos necesarios.
Versión en español por Mijail Mijailov
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