2017 ha sido un buen año para la economía búlgara que ha registrado un crecimiento del 4 % de su PIB. Algunos expertos comentan que el aumento ha sido, en realidad, de un 6 %, de haberse considerado también lo que produce la economía sumergida. ¿Es esto mucho o, en cambio, insuficiente?
Este adelanto aparece, sobre el telón de fondo de los años posteriores a la crisis de 2018, como bueno y es así, efectivamente, ya que los búlgaros de a pie han sentido el mejoramiento en sus bolsillos, pues los sueldos crecen continuamente en más de un 10 % al año. En las regiones de mayor desarrollo del país, las remuneraciones laborales casi han alcanzado los niveles medios europeos. El búlgaro de a pie, al ver crecidos sus ingresos, comenzó a adquirir bienes inmuebles y coches. El boom de las nuevas obras de construcción de viviendas es tal que algunos expertos han comenzado a hablar de una nueva burbuja inmobiliaria que estaría a punto de reventarse estruendosamente. No sólo se registra un auge en el sector de la construcción. Se han registrado asimismo ventas récord en los vehículos cuyos ritmos han sido de los más elevados en Europa. En un plano más general los analistas señalan que los motores principales del crecimiento económico de Bulgaria han sido las exportaciones y el consumo interno.
El incremento, del 4 % del PIB, es buen logro pero, al mismo tiempo, un resultado modesto sobre el telón de fondo de los ritmos de desarrollo de las economías del resto de países de Europa Central y del Este. No vamos a referirnos a Rumanía, país que ha tenido un incremento económico de casi un 9 % y que compite únicamente consigo misma. Registran también resultados envidiables Polonia y Chequia, en los que el crecimiento del PIB es de un 5,2 % y un 5 %, respectivamente. Entre los países del Báltico el mayor crecimiento se da en Letonia, país en el que el crecimiento para el año roza el 6,2 %.La animación relativamente modesta de la economía búlgara la están explicando los expertos con las capacidades reales del país, y algunos incluso creen que se trata del techo máximo al que se pueda llegar en las condiciones de la falta de inversiones extranjeras y el déficit atroz de mano de obra cualificada. Es que, simple y llanamente, no hay nuevos capitales que impulsen el progreso de la economía y no hay tales porque no hay quien trabaje en las plantas y empresas nuevas. Es un círculo vicioso del que, de momento, no hay salida y es poco probable que el problema se resuelva en breve, ya que los trabajadores cualificados se forman y adquieren experiencia durante un período bastante prolongado. Al mismo tiempo, no se puede apostar por contratar a nuevos trabajadores y empleados del extranjero puesto que los salarios en Bulgaria, aunque suben con rapidez, siguen siendo varias veces inferiores a los cobrados en la Europa desarrollada.
Sea como sea, la economía sigue progresando y el PIB ha superado por vez primera el umbral psicológico de 50 mil millones de euros. Se sabe, además, que las propensiones y las opiniones subjetivas de las personas también revisten una importancia enorme para el entorno empresarial. En este sentido, las cosas en Bulgaria también parecen alentadoras. Por vez primera desde hace 20 años los sondeos sociológicos arrojan que los búlgaros son optimistas sobre la economía del país. Un 55 % de ellos esperan un mejor año 2018, y apenas un 9 % estima que será peor. Un 36 % no cree que pueda haber cambio. El optimismo se debe a la animación económica, al descenso del desempleo y a la creación de un número cada vez mayor de puestos de trabajo bien retribuidos que reclaman cuadros de alto nivel educacional y de buena cualificación.
No hay que olvidar, empero, que la medalla económica también tiene su reverso. Se trata de la pobreza y el atraso. Regiones enteras de Bulgaria siguen sumidas en la miseria, y hasta la región más atrasada y pobre en Europa se encuentra en el territorio de Bulgaria. En una clasificación de la ONU, Bulgaria ocupa el segundo puesto en Europa por la amenaza de pobreza y de exclusión social .Los búlgaros en las ciudades más importantes y, sobre todo, en la capital viven bien incluso en comparación con las normas europeas pero la población en el interior y en las localidades menores lleva una vida dura incluso trabajando, ya que los sueldos allá son míseros.
Sofía no es Bulgaria, suelen decir con amargura los habitantes de esas regiones que se sienten abandonados, por igual, por Dios y por las autoridades. No podría ser de otra manera con los casi medio millón de búlgaros que cobran el salario mínimo interprofesional que a partir del 1 de enero de 2018 será de 255 euros y dos tercios de ellos perciben sueldos inferiores al salario medio mensual que es de 500 euros.
No obstante ello, no todo está perdido para la economía búlgara y se espera que en 2018 la misma repita sus buenos logros del año 2017. Esto es indicio de que el país va bien encarrilado y que, pese a las dificultades, va avanzando lentamente.
Versión en español por Mijail Mijailov
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