En las nociones tradicionales de los búlgaros los períodos de transición de una estación a otra son un buen momento para adivinaciones, prácticas mágicas y ritos protectores. Es por eso que las costumbres populares a finales del año calendario tienen cierto parecido. El 9 de diciembre, de acuerdo con el calendario religioso, veneramos a Santa Ana, madre de la Virgen María. La celebración popular se denomina Santa Ana de Invierno, así como La Concepción de Ana, Día de Ana… La santa es considerada protectora de las mujeres grávidas, los niños, el matrimonio y la familia. Su festividad es venerada principalmente por las mujeres.
En la región de Veliko Tárnovo, en el norte de Bulgaria, en tiempos pasados las madres no trabajaban para que sus hijos no cayeran enfermos. La misma celebración se conmemoraba en el área de la sierra de Strandzha pero el día 22 de diciembre; se llamaba Santa Ana o Tayana. En el oeste del país y en algunas regiones del sur la costumbre se celebra de forma muy suntuosa también hoy en día. En la zona de la cordillera de Pirin, en el suroeste de Bulgaria, solían decir que ese día el sol “salta tanto como un pollo en el umbral” –es la época de transición del otoño al invierno pero la lumbrera celestial comienza también a poner rumbo paulatinamente al verano.
Las mozas casaderas se dedicaban a adivinar si se desposarían el año entrante “sembrando” granos de trigo en una marmita de barro nueva llena de agua de la que nadie había bebido. Además ponían en el agua ramitas de manzano o cerezo. Si, hasta el primer día del Año Nuevo, el trigo había germinado y las ramitas, sacado brotes eso era un buen augurio y señal de que la joven pronto contraería matrimonio.
En Gráovo, una región histórico–geográfica y etnográfica en el oeste de Bulgaria, la festividad se denomina Polázevden (el nombre deriva del vocablo polaznik, como se le llamaba al primer visitante que cruzaba el umbral de la casa ese día). Se consideraba que era la fecha apropiada para iniciar un nuevo trabajo. En algunos sitios esperaban ver quién sería el primer visitante que entraría en el hogar, para adivinar cómo sería el año, si en la familia nacería un varón o una niña, si la cosecha sería buena, etc. Las mujeres no tejían ni hilaban, no trabajaban con lana; se creía que esa era la manera de proteger los rebaños y los pastores de los lobos, y que así nacerían más corderos hembras.
Los búlgaros creían que el día de Santa Ana de Invierno los magos podían bajar la luna del cielo y ordeñarla para aumentar la leche de su ganado, o despojar a las gallinas de la capacidad de poner huevos usando también artes de magia. Es por ello que ese día cerraban las aves de corral y untaban con ajo las ubres de las vacas para protegerlas.
Los hombres no quedan al margen de las creencias paganas. Ellos no debían abandonar las aldeas porque peligraban caer víctimas de los hechizos de las villi.
En muchos lugares de Bulgaria la gente encendía hogueras de estiércol para ahuyentar los males. Las mujeres repartían trigo y maíz cocido para salud. Ya que la festividad de Santa Ana cae en Adviento, la mesa ese día es de vigilia.
La santa es venerada también por todos quienes llevan los nombres de Ana, Anna, Anka, Yanko, Yanka.
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