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El Presupuesto Público 2018: generoso en subsidios, modesto en reformas

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Foto: BTA

Tras dos sesiones nocturnas, escandalosas y tempestuosas ambas, el Parlamento de Bulgaria ha aprobado el Presupuesto del Estado para 2018. En realidad, ha acabado de sancionar tres presupuestos: el de la Seguridad Social, el de la Caja de Seguro Sanitario y el Republicano, considerados una especie de cúspide en la labor legislativa del Parlamento Nacional para el respectivo año.

Ahora lo nuevo y más importante es que al cabo de casi una decena de años de austeridad económica, el Estado parece haber aflojado un tanto el cinturón y ha incrementado, aunque poco, la cuantía del dinero asignado a una serie de ámbitos de importancia extraordinaria como son: la Seguridad Social y las Pensiones, la Educación, la Seguridad y la Defensa, la Sanidad. Del total de los casi 20 mil millones en la partida de los gastos públicos los recursos asignados a estas esferas superan en 1700 millones de euros los otorgados para el año en curso.

¿Es esto mucho o poco, se podrían haber asignado cuantías mayores, en qué se gastará este dinero, cuáles serán los resultados y las consecuencias de los gastos presupuestarios superiores? Son todas las anteriores preguntas para las que no hay respuestas unívocas y apenas podría haberlas en este Estado, por lo demás, parsimonioso, en el que todo el mundo se queja de la falta de dinero suficiente.

Sin embargo, lo primero y más importante que hay que decir es que el grueso de los gastos públicos es consecuencia de los ingresos mayores a las arcas del Estado en concepto de impuestos y tasas. Son superiores éstos porque la economía va viento en popa, los búlgaros consumen con entusiasmo, las exportaciones no se atrasan y todo esto tira de los indicadores macroeconómicos hacia arriba y adelante.

Todo esto suena bien, pues las ayudas a la gente socialmente vulnerable y el monto de las pensiones de las personas de la tercera edad serán superiores. También aumentará la cuantía del dinero asignado a la Sanidad, sector criticado por todos lados y por todos. Crecen asimismo los recursos destinados a la gravemente enferma Educación y también podrán aflojar los cinturones quienes se desempeñan en los órganos de seguridad y en el ejército. Lógicamente este dinero, incluso si fuera de una mayor cuantía, no bastará para subvenir a todas las necesidades ni a resolver la totalidad de problemas que aquejan al Estado. Los investigadores de la prestigiosa Academia de Ciencias de Bulgaria ya han colgado incluso unas banderas negras en las fachadas de los edificios de sus institutos, en señal de luto por “la muerte de las investigaciones científicas en el país” provocada por la escasez de recursos.

Aparece a estas alturas la pregunta de ¿cómo y en qué se gastará el grueso del dinero y qué cabe esperar como resultados de estas inyecciones financieras más vigorosas? La ciencia, sin reformar, falta de competitividad e irrentable, en este país es un ejemplo óptimo que pone en tela de juicio la eficiencia de los subsidios repartidos por el Estado. Esto es así por no haberse respetado la regla de oro que reza que se otorgan mayores cuantías de dinero a cambio de reformas. En el caso concreto del Presupuesto Público 2018, hay que reconocer que en éste se alude muy someramente a reformas de gran incidencia social con cifras y palabras. Hay más y es que los sectores menos reformados y más desacordes con las exigencias modernas sobre eficiencia, resultados y adelantos son los que obtienen los aumentos mayores en el reparto de los subsidios estatales. Esto es válido, por igual, para el sector Social, la Educación, la Seguridad, la Sanidad, la Justicia.

Una de las formas más eficaces para obligar a las instituciones públicas, reacias por naturaleza a los cambios, a irse ajustando a las nuevas exigencias y necesidades planteadas por la sociedad, reside en el dinero que se les asigna. Es que quien paga lleva la voz cantante, reza un proverbio búlgaro. Las reformas, empero, son una cosa dolorosa, tienen un elevado precio electoral y provocan el descontento de la gente. Actualmente los gobernantes gozan de la aprobación y los sentimientos cálidos de la mayoría de los ciudadanos búlgaros, reina en el país una paz social, los ingresos aumentan, no hay amenazas reales desde fuera. Y si en alguna esfera algo no anda como debe ir, se reacciona con premura y el descontento se sofoca con puestos, cargos, dinero y medidas de compromiso populistas. El ciclo económico está en su apogeo y permite una mayor generosidad. Sin embargo, los expertos lanzan la advertencia de que el globo va camino de reventarse y que el aterrizaje será duro.

Versión en español por Mijail Mijailov



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