Cuando a comienzos del pasado mes de agosto los primeros ministros de Bulgaria y Macedonia, Boyko Borisov y Zoran Zaev, respectivamente, firmaban el Acuerdo de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre los dos países, algunos observadores comentaron, con reservas, que restaba ver que este Acuerdo se llevara a la práctica. La sesión conjunta del jueves, 23 de noviembre, que los dos gobiernos han celebrado en la ciudad macedonia de Strumica, ha puesto de relieve que aquellas reservas habían sido infundadas. En esta sesión fueron suscritos nueve convenios intergubernamentales nuevos. Mientras, el Tratado de Buena Vecindad no ha sido ratificado aún y se espera que esto ocurra hasta finales del año en curso.
La evolución en las relaciones bilaterales se anticipa a las expectativas y pone de manifiesto la resolución firme de que estos contactos se normalicen íntegramente y sin demora. Las orientaciones en las que esto se producirá primero ya se encuentran trazadas. Se trata de los proyectos de infraestructura, el sector energético, las inversiones, el turismo, la reacción conjunta y la ayuda mutua en situaciones de emergencia. Un mes antes del comienzo de la presidencia rotatoria búlgara del Consejo de la UE, expertos macedonios visitarán, en diciembre, Bulgaria con el fin de familiarizarse con la experiencia de este país en la asimilación de recursos europeos.
El buen desarrollo en los contactos políticos parece haberse reflejado asimismo en las relaciones entre las dos Iglesias. En Strumica el primer ministro de Bulgaria ha manifestado que los políticos, aunque no interfieran en los asuntos de la Iglesia, se sentirían verdaderamente felices si las dos iglesias obraran en mancomún en aras del bienestar de los dos pueblos. Mientras tanto, en Sofía, el jefe de Estado búlgaro Rumen Radev, y el Patriarca de la Iglesia búlgara Neófito coincidieron en constatar que el Estado y la Iglesia ortodoxa en Bulgaria se mantienen unidos en su deseo de ahondar los contactos con Macedonia. El Patriarca ha asegurado que el Santo Sínodo buscará vías para un desarrollo favorable del deseo de la Iglesia ortodoxa de Macedonia de que se restablezca la unidad eucarística de la Iglesia ortodoxa de Bulgaria “con el restaurado arzobispado de Ohrid en la persona de la Iglesia ortodoxa de Macedonia”.
Este asunto probablemente lo vaya a examinar, ya el próximo lunes, el Santo Sínodo, en Sofía. Cuesta decir de antemano cómo se pronunciará el Santo Sínodo ya que, desde el punto de vista histórico y canónico, el problema es discutible y sumamente delicado. Las decisiones unilaterales o, incluso, bilaterales resultan imposibles, pero la disposición del clero búlgaro de hacerse eco de la propuesta de la Iglesia macedonia es, al menos, reveladora del deseo bienintencionado de la Iglesia de Bulgaria.
La evolución favorable de las relaciones búlgaro-macedonias, problemáticas hasta algún tiempo atrás, se produce en vísperas de la presidencia búlgara del Consejo de la UE y coincide con una nueva fase del diálogo con vistas a dirimir la disputa en torno al nombre de Macedonia.
En este sentido esta evolución presenta no sólo dimensiones bilaterales, sino que también ejerce sus efectos sobre la perspectiva europea y euroatlántica de Macedonia y de los Balcanes Occidentales.
Versión en español por Mijail Mijailov
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