En los últimos días de septiembre en las afueras de la ciudad de Burgás se desarrollaron los ya tradicionales Entrenamientos Nacionales de los equipos de voluntarios de la Cruz Roja de Bulgaria que actúan en operaciones de rescate en desastres y catástrofes. Participaron 160 voluntarios de todo el país, personas todas ellas de profesiones e intereses diferentes. Desgraciadamente, en Bulgaria no se ha adoptado aún una Ley para el Voluntariado y estos entusiastas que han dedicado bastante de su tiempo libre al humanitarismo y el salvamento de vidas humanas también en esta ocasión han empleado en estos entrenamientos una parte de sus vacaciones anuales retribuidas.
Dos de ellos contarán a continuación cómo se han transformado en voluntarios. Ilyana Borisova estima que los ejercicios del tipo de “Kraimorie” tienen su evolución. Dice ella: Me desempeño como psicóloga en el hospital de la ciudad noroccidental búlgara de Montana. En el año 2007, en el marco de unos ejercicios conjuntos entre las instituciones, representantes de la Cruz Roja me invitaron a sumarme a ellos. Se trataba de un tema delicado: el tráfico de personas y niños. La idea me cautivó y fui informándome a fondo sobre la actividad desarrollada por la Cruz Roja. De manera espontánea me alisté como voluntaria en las filas de la misma. He participado en operaciones de la Cruz Roja sobre terreno, en casos de inundaciones, terremotos y otros desastres. Es muy duro encarar a personas que hayan perdido lo más preciado: su hogar y parientes suyos. Su vida queda destrozada en un instante. El tema es muy delicado. Los entrenamientos sobre terreno, en un polígono o en la orilla del mar, se aproximan mucho a la situación real y se hacen simulacros de diferentes casos en los que están siendo entrenadas nuestra competencia y habilidades para sobreponernos a tales situaciones. Uno se adhiere a las filas de la Cruz Roja no sólo por entusiasmo. Somos un grupo de psicólogos a nivel nacional preparados e instruidos en base a una metodología especial, vamos pertrechados de equipamientos que la gente en muchos otros lugares no posee. Estos simulacros nos ofrecen una gran experiencia y una buena preparación para reaccionar en los casos de eventuales calamidades.
Ser voluntario le roba a uno mucho tiempo y le exige grandes esfuerzos. ¿Cómo te las arreglas para estar en forma?
Mi tiempo libre no es mucho, dice Ilyana. Al término de la jornada laboral tengo que cumplir con mis compromisos con respecto a la familia y los amigos. A ellos dedicó sobre todo, los fines de semana. El tiempo que paso en la Cruz Roja Búlgara es una parte de mi tiempo de ocio. En este organismo te topas con personas de inquietudes diversas y, al mismo tiempo, aunadas en torno a la idea de ayudar. La Cruz Roja es generadora de cohesión y en su seno se desarrolla un tipo especial de amistad y de confianza en el otro. Con el paso del tiempo uno se imbuye cada vez más de la idea humanitaria de ser de utilidad en percances especialmente duros.
Dimitar Ignatov es miembro del equipo de voluntarios que se desempeña en labores de rescate en desastres, equipo adscrito al Consejo Provincial de la Cruz Roja de la ciudad de Varna. Dimitar tiene 30 años de edad y desde chiquillo está enamorado del mar: Tenía 17 años de edad cuando me formé en un curso para socorristas en piscinas de natación. Soy de una familia de marineros. Mi padre es capitán de barco y lo he acompañado en sus periplos por los mares. Comencé a practicar el voluntariado con agrado. Siempre he mantenido contacto con el Consejo Provincial de la Cruz Roja y, sobre todo, con la gente responsable de socorrismo acuático. Cuando dejé de viajar en los barcos aprobé también un examen de socorrismo marítimo. Comencé a trabajar en la playa de Kamchia, que queda al sur de la ciudad de Varna. En este trabajo me apasioné aún más por el mar y las actividades de la Cruz Roja. Un día me propusieron que me incorporara al equipo de voluntarios para labores de rescate en desastres, en Varna. Llevo ya tres años formando parte del mismo. Tengo titulación universitaria en la carrera de pedagogía social y procuro enseñarles a todos mis colegas que el individualismo debe ceder ante el afán de trabajar en equipo. Nuestro equipo consta de tres unidades especializadas: grupo marítimo con entrenador de natación, buzo y dos socorristas certificados, unidad de apoyo psíquico-social y un grupo muy fuerte para ofrecer primeros auxilios. Para mi la participación en los entrenamientos “Kraimorie” es de gran utilidad. He comprobado que una buena parte de los equipos han logrado eliminar las barreras entre sí y han aprendido a actuar juntos como una sola persona. En estos entrenamientos nos sentimos cohesionados y unidos por un objetivo común.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Silvia Nikolova y uaso.org
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