La semana que hoy comienza se inicia con otra buena nueva sobre las relaciones políticas entre Bulgaria y Macedonia. Tras haber firmado su Tratado de Buena Vecindad, los dos países ya van abordando una cooperación militar bilateral y los ministros de Defensa de Bulgaria y Macedonia, Krasimir Karakachanov y Radmila Sekerinska, respectivamente, se encuentran pactando en Skopje ejercicios conjuntos de las unidades especiales de los dos países. Se discute asimismo la actualización de un acuerdo entre los ministerios de Defensa, suscrito en el ya lejano año 1999. La visita a Macedonia del ministro búlgaro es sólo una de las manifestaciones numerosas del buen clima generado en los contactos bilaterales en virtud de la firma del Acuerdo de Buena Vecindad. El cambio verdadero, sin embargo, está por ocurrir, y se espera que sea fruto de la actividad de los empresarios antes que de los políticos.

Desde la Cámara de Industrias macedonio-búlgara llegan indicios de que tras la firma del Tratado de Buena Vecindad se espera una circulación de capitales más libre y más serena. Compañías búlgaras han manifestado intenciones serias de invertir en esferas estratégicas de la economía macedonia como la minería y el sector de Energía. Se están sopesando facilidades aduaneras y de fronteras concernientes no sólo a los medios de transporte, sino también al movimiento de personas. La estadística en Macedonia asigna a Bulgaria el puesto de quinto socio comercial más importante. Al mismo tiempo, la estadística búlgara coloca a la pequeña Macedonia al lado de países como Turquía, Rusia, China, Serbia y Egipto, incluyéndola en el grupo de 6 países a los que se dirige el 51,1 % de las exportaciones búlgaras. El intercambio comercial va mejorando pero dista mucho de haber logrado desplegar su potencial real. Este hecho, en medio de un buen clima político es una base para pronósticos optimistas.

Dos semanas después de la firma del Acuerdo de Buena Vecindad entre los dos países, a mediados de agosto, el Consejo de Ministros de Bulgaria incorporaba a su programa operativo de Transporte e Infraestructura de transporte unos cambios en virtud de los cuales con recursos europeos se diseñará no sólo el trazado ferroviario entre Radomir y Guiueshevo, sino todo el trayecto desde Sofía hasta la frontera con Macedonia. Es indicativo de manera elocuente sobre la significación de este paso, el hecho de que el enlace ferroviario entre Sofía y Skopje se había comenzado a construir a finales del siglo XIX, pero que tal conexión no se ha materializado todavía.

Tampoco hay entre los dos países una conexión gasística pero a comienzos de agosto se firmó un Memorando de cooperación a raíz del cual un grupo de trabajo mixto estudiará la viabilidad de tal enlace. El análisis estará ultimado hasta comienzos del próximo año, y en base al mismo cabrá esperar también cambios en la estrategia energética de Bulgaria. También en este terreno existen expectativas optimistas, máxime por la circunstancia de que la conexión gasística con Macedonia trasciende holgadamente las dimensiones bilaterales y se inserta en una idea más vasta sobre la conexión energética entre los países de todo el Sudeste Europeo.

No obstante, al igual que hasta ahora, la buena evolución en los lazos económicos y la cooperación entre Bulgaria y Macedonia sólo se enmarca aún en la esfera de las buenas intenciones. Una treintena de años tras el comienzo de los cambios democráticos en Bulgaria y después de la proclamación de la independencia de Macedonia, parece que las relaciones políticas entre Sofía y Skopje, por fin, se han regulado, así que ahora toca acometer obras pragmáticas.

Versión en español por Mijail Mijailov