Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria, acaricia desde hace mucho tiempo,-ya desde el fracaso en 2014 del gasoducto de Rusia a Bulgaria, “Corriente del Sur”- el sueño de que este país llegue a desempeñar cierto papel más sustancial en el mercado europeo del gas, independientemente de que no hay gas búlgaro, que el país se encuentra en la periferia de Europa y alejado de los importantes trayectos continentales para la transportación de gas natural.
Actualmente, las ideas de las autoridades búlgaras se centran en el llamado hub gasístico “Balcan”, en la costa búlgara del mar Negro, del que se espera que se transforme en centro peculiar para la venta al por mayor de gas a los países de la región e incluso a los países centroeuropeos. Ni siquiera hay un proyecto de las obras a acometer para construir esta instalación gigantesca, compleja y muy costosa, pero los esfuerzos por su materialización no han cesado. Recientemente, Temenuzhka Petkova, ministra búlgara de Energía, suscribió, en San Petersburgo, con el jefe del gigante gasístico ruso Gazprom”, Alexei Miller, una hoja de ruta con vistas a la extensión de la red búlgara para la transportación de gas. En el comunicado oficial sobre las conversaciones, sin embargo, brillaba por su ausencia una información no siquiera mínima sobre este proyecto, aunque resulta evidente que la eventual extensión de la red gasística de Bulgaria no podría ser explicada, sino con el soñado centro repartidor de gas en la orilla del mar Negro.
Estos días trascendió de una declaración del primer ministro que Bulgaria está esperando recibir nuevos suministros directos de gas ruso a través de una instalación parecida a una “Corriente del Sur” 2. No hay manera de que esto ocurra sin la construcción de un nuevo gasoducto, y un nuevo gasoducto ruso se está construyendo ahora en Turquía con el nombre de “Corriente turca”. De momento, la instalación está planeada para tener una tubería única con capacidad de 15 700 millones de metros cúbicos de gas al año que se emplearán exclusivamente en la economía turca. La verdad, empero, aparece un tanto distinta, tras anunciar el primer ministro Borisov públicamente que se encuentra esperando de Bruselas una aprobación para una segunda tubería, de idéntica capacidad, que llegue a Bulgaria. Aún antes de que se recibiera esta confirmación trascendió que la Gazprom ya había comenzado a instalar una segunda tubería “búlgara” al lado de la primera de la “Corriente turca”.
Esto ya es indició de que en San Petersburgo la ministra búlgara de Energía no había hablado únicamente sobre la expansión del sistema de transportación de gas de Bulgaria, sino que se estuvo planeando algo mucho más grandioso.
Todas estas maniobras que obedecen a los apetitos gasísticos búlgaros, vienen siendo complementadas por el memorando suscrito para la construcción del llamado Corredor Vertical de gas que enlazará a Bulgaria, Grecia, Rumanía y Hungría. Esto significa que por el podrá fluir gas tanto de como a Bulgaria y esto añade nueva dosis de optimismo en lo tocante al proyecto sobre el centro repartidor de gas “Balcan”.
Todos estos acontecimientos y evoluciones de orientación diferente indican con claridad meridiana que Bulgaria está tomando medidas prácticas para ocupar un puesto más significativo en el mercado del gas en Europa. Se trata de proyectos a largo plazo que no se podrán materializar en un par de años y que costarán miles de millones de euros. Paralelamente a las medidas practicas de cara a la materialización de los planes faltan, sin embargo, críticas e interrogantes sobre hasta qué punto estas ideas resultarán en la práctica eficientes y beneficiosas para Bulgaria.
De hecho, estas cuestiones fueron una de las causas de mayor peso para el fracaso del gasoducto ”Corriente del Sur” puesto que no quedó claro de manera contundente de que el mismo sería económicamente eficiente y capaz de generar ingresos para Bulgaria. Lo mismo es válido, incluso con una fuerza mayor, para la extensión de la red interna de transportación de gas del país, para las obras de construcción de conexiones con los sistemas gasísticos de los países vecinos y, sobre todo, para el centro repartidor de gas “Balcan”.
No obstante ello, los preparativos para llevar a la práctica estos proyectos de eficiencia no comprobada, avanzan a todo vapor. No será de extrañar, empero, que a la hora de concretar y confeccionar los planes y los proyectos resulte que los mismos no serán lo suficientemente rentables teniendo ello por resultado el abandono de algunas de las ideas, o al menos, su congelación para tiempos mejores.
De una manera u otra, estamos viendo actualmente una actividad febril de las autoridades búlgaras y determinados resultados concretos. Los sueños gasísticos del primer ministro, Boiko Borisov, ya van cobrando contornos más concretos.
Versión en español por Mijail Mijailov
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