A poca distancia de la aldea de Bótevo, a 30 km al sur de la ciudad de Dobrich y a 35 km al norte de la ciudad de Varna, en la localidad donde brotan las aguas curativas del Manantial de Marina se ubica el Monasterio de Sta. Marina.
Según los testimonios escritos que han llegado hasta nosotros, la localidad pertenecía a un bey turco que decidió construir su serrallo en medio de la naturaleza de este rincón paradisíaco. Empezadas las obras, mientras limpiaban el terreno fue descubierta una cruz de piedra con la inscripción “Santa Marina”. El turco vendió toda la zona a un vecino de la aldea de Bótevo quien, por su parte, la donó al futuro monasterio. En 1882 la Junta Parroquial decidió construir una capilla y dos baños, uno para los hombres y otro para las mujeres, con agua curativa del manantial. Fueron hechas, además, dos fuentes, una de las cuales tenía forma hexagonal y 12 surtidores. Todas las obras fueron financiadas con dinero donado por los residentes de la zona.
Para la festividad de Santa Marina, el 17 de julio, en la localidad se celebraba una de las ferias más importantes de la región de Dóbrudzha que duraba tres días. Comenzaba con una ceremonia religiosa seguida por canciones y danzas tradicionales. Hasta el año 1944 en la zona se organizaba uno de los mercados más grandes de Dóbrudzha al que acudía gente de las ciudades de Dobrich, Varna, Shumen y de todo el noreste de Bulgaria. Especialmente para los comerciantes había sido construido un cobertizo de madera de 150 metros de longitud donde podían exponer su mercancía.
Después del 9 de septiembre de 1944, fecha en que en Bulgaria se estableció un gobierno prosoviético, la feria fue suspendida y el acceso al Manantial de Marina fue prohibido. Se construyó una zona de captación y el agua se canalizó a los pueblos vecinos. Sin embargo, los habitantes de la aldea de Bótevo, que se encuentra en mayor proximidad a la capilla de Santa Marina, nunca olvidaron el día de su santa patrona y, siguiendo la antigua tradición cristiana, continuaron reuniéndose allí para pedirle cosecha abundante, salud y protección celestial. Después de los cambios democráticos, ocurridos en Bulgaria en noviembre de 1989, la tradición fue restaurada poco a poco.
En 2016 para la feria en el Manantial de Marina llegaron unas 2000 personas, lo cual es un signo del resurgimiento de las tradiciones y del afán de los búlgaros modernos de preservar el patrimonio autóctono de nuestro pueblo –dice Miroslava Petrova, directora de la casa de cultura de la aldea de Bótevo– . A pesar de estar en el linde de las provincias de Varna y Dobrich, nuestra aldea no es tan árida como es, en general, la región de Dóbrudzha. En sus alrededores había muchas huertas y en los días de la feria aquí se congregaba un gran número de comerciantes a vender sus frutas y verduras. Los visitantes empezaban a llegar el día anterior para pasar la noche y participar en la vigilia en la víspera de la festividad. En Bótevo llamamos la celebración el Día de Marina. Aquí la festividad se asocia también con la cosecha y la fertilidad. Por la mañana el agua se bendice, luego los visitantes van a los baños para lavarse con agua fría para ser saludables. A comienzos del siglo XX, para la festividad cerca de la capilla se colocaban columpios, ruedas de la fortuna y todo tipo de atracciones para grandes y pequeños, venían artistas circenses; en general, había todo tipo de entretenimiento.
En la aldea de Bótevo no hay vecino que no conozca la historia del Manantial de Marina.
No existe información precisa sobre cómo empezó a homenajearse la festividad y por qué el pueblo honra precisamente a santa Marina. Hay varias leyendas que han tomado prominencia a lo largo de los años –explica Miroslava Petrova– . Una de estas leyendas reza que unos ancianos del pueblo decidieron viajar a la vecina ciudad y le prometieron a su nieta Marina, de 12 años de edad, que la llevarían consigo. Por la mañana del día siguiente, empero, no se animaron a despertarla y se fueron sin ella con una caravana. Al despertar y ver que la habían dejado, Marina salió sola a buscarlos y alcanzarlos. El camino pasaba a través de un bosque y la niña se perdió. Cansada, llegó a un pozo de agua clara y muy fría del que bebió, y allí fue donde encontró su muerte. Los abuelos fueron a buscar a la niña y la encontraron en las aguas claras del manantial. Allí pusieron una lápida cruz en que escribía que en este lugar descansaban los restos de la doceañera Marina. Desde entonces empezaron a llamar el manantial por el nombre de Marina. La gente comenzó a reunirse allí en el día de santa Marina declarándola tácitamente su patrona celestial.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: svetimesta.com
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