Por espacio de ya más de una semana la atención pública en Bulgaria se mantiene fijada en las tensiones violentas que han surgido en la ciudad de Asenovgrad tras la paliza sufrida por niños en una base de remo a manos de un grupo de gitanos. Un incidente, a simple vista de poca monta, provocó protestas multitudinarias, inauditas en esa región, de la población búlgara. Los habitantes de Asenovgrad prepararon una petición al Parlamento de Bulgaria en la que reclamaron destinar a la ciudad policía municipal, dictaminar condenas efectivas para quienes habían apaleado a los niños y resolver el problema originado por las casas ilegales en la barriada gitana y por el aflujo incontrolado a ella de romaníes de otros lugares. Se solidarizaron activamente con la protesta personas de todo el país .Las reacciones políticas tampoco se hicieron demorar.
Valeri Simeonov, viceprimer ministro, representante de la coalición nacionalista “Patriotas Unidos”, manifestó públicamente que el Estado no había logrado ningún progreso en la integración de los gitanos y que los problemas con éstos relacionados no quedarían solventados hasta que no se resolviera el asunto de encapsular la etnia gitana en guetos. Un diputado por la oposición izquierdista advirtió con tono dramático que los gitanos en el país representaban un detonante con el potencial de provocar una explosión nacional, tal y como en años pasados los albaneses habían provocado la explosión de Yugoslavia. Y, según la izquierda, los guetos gitanos constituyen unos enclaves de delincuencia que también amenazan la seguridad nacional de Bulgaria.
Representantes del partido Ataka, que forma parte también de la coalición “Patriotas Unidos” consideran que se trata de una colisión entre modelos culturales, bastante específica ya que a diferencia de los búlgaros, los turcos y los armenios, que forman una población estacionaria, los gitanos son unos nómadas sociales y, “un nómada es una persona que no invierte nada en el mundo que le rodea sino sólo se aprovecha de sus bienes”. Según el partido Ataka, contra los romaníes no sólo hay que aplicar sanciones sino incluso acometer represalias. El dramatismo del debate en el seno de la sociedad y en los círculos políticos puede que parezca excesivo pero pone de manifiesto que, sin duda, el problema con los gitanos en Bulgaria se vuelve cada vez más exacerbado.
Lo que actualmente sucede en la ciudad de Asenovgrad no es un caso aislado sino crónico que desde hace años se viene repitiendo en diferentes regiones del país con características más o menos idénticas. Bulgaria dispone de una Estrategia Nacional para la inserción de los gitanos pero carece de políticas eficientes para su materialización. Incluso desde el partido gobernante GERB reconocen que para la integración social de los romaníes se están subvencionando con recursos nacionales e internacionales multitud de proyectos pero que el gasto de millones crea unos barones gitanos, y no una minoría gitana integrada en la sociedad.
No hay tampoco discrepancia alguna entre los gobernantes y la oposición de que la solución del problema incorpora e implica la igualdad ante la ley de todas las comunidades étnicas, sin perdón para las casas ilegalmente construidas, los hurtos, la venta de votos en época de elecciones. Sin embargo, es discutible si todos los partidos estén compartiendo sinceramente esto porque, según Manoil Manev, diputado por el partido gobernante GERB, una parte de los partidos políticos en Bulgaria necesita justamente de una tal comunidad gitana como la que actualmente tenemos :no integrada, analfabeta, en paro, hambrienta, pobre y desentendiéndose de las leyes de este Estado.
Al cabo de tres horas de acalorados debates, el Parlamento sancionó el jueves un informe sobre el cumplimiento en 2016 de la Estrategia Nacional para la inserción social de los gitanos. El viceprimer ministro, Valeri Someonov, expresó en conclusión que los subsidios sociales en lo sucesivo deberían ser asignados a cambio de educación y empleo. A juicio del viceprimer ministro, todo el mundo está convencido de que la integración de los gitanos es una política a largo plazo y que forman parte de la misma las políticas para combatir la pobreza y lograr la inclusión social de los romaníes.
El que estas políticas en Bulgaria no hayan surtido efecto lo demuestran elocuentemente datos del Instituto Nacional de Estadística, hechos públicos hace escaso un mes. En 2016 las personas pobres de la comunidad gitana constituían un 77,1 % de la misma, y un 15,7 %, del grupo étnico búlgaro .En el grupo étnico búlgaro entre las personas pobres predominan las personas de la tercera edad, un 42,6 %, mientras que en la etnia gitana los pobres que predominan son las personas en paro, un 31,1 %. En la comunidad gitana un 78,5 % de los pobres tiene estudios primarios o carece de cualquier nivel educacional. No hay gitano pobre con titulación universitaria.
El problema relacionado con los gitanos en Bulgaria no sólo que persiste sino que, obviamente, se va ahondando.
Versión en español por Mijail Mijailov
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