En el sentido financiero Bulgaria resulta ser uno de los países más exóticos de la Europa unida. Desde hace 20 años en este país las finanzas públicas y los indicadores macroeconómicos se mantienen supeditados al llamado Currency Board, o Consejo de Control Monetario, implantado por ley el 1 de julio de 1997. Antes de adoptar el euro Estonia, un tal sistema funcionaba en ese país báltico. En la Wikipedia se dice sobre el Currency Board lo siguiente: órgano para política monetaria al igual que su sistema en virtud de la cual determinada moneda es cambiable con cotización monetaria fija con respecto a otra unidad monetaria. En el caso más frecuente esto significa que esta moneda se encuentra totalmente avalada por activos en la respectiva moneda dura, o fuerte. El Estándar del Oro es un sistema similar en el cual el valor de la moneda se encuentra fijado a determinada cantidad de oro. Dicho en forma resumida y clara, la moneda nacional búlgara se encontraba, inicialmente, anclada al marco alemán, y actualmente, al euro. Los activos que garantizan el dinero en circulación también están en euro y son por un valor superior a los 23 mil millones de euros.
Es obvio que, por darse tan raramente en Europa, el Consejo de Control Monetario, es una solución provisional y se propone ofrecer a países en crisis un ancla de estabilidad. Era lo que necesitaban precisamente la economía búlgara y las finanzas públicas que se desplomaron a mediados de los años 90 cuando quebraron decenas de bancos, la tasa inflacionaria superó los 500% y el país se vio abocado a una segunda quiebra en menos de diez años. Desde entonces hasta ahora ha corrido mucha agua bajo el puente, una serie de cosas han ido cambiando y la economía búlgara actual es mucho más madura, desarrollada y pujante. A todo esto ha contribuido sustancialmente el Currency Board. Sí, es cierto que éste ofrece estabilidad y previsibilidad pero es igualmente cierto que, por su papel de un ancla, entorpece la materialización de reformas más valientes y radicales y políticas monetarias, activas y de fomento del empresariado, del banco central de Bulgaria. En el seno de la clase política del país habitualmente desgarrada por contradicciones y en los círculos de los expertos económicos descubrimos, sin embargo, una unanimidad casi plena de que el Currency Board debe seguir en vigor hasta la adopción del euro. Que ¿cuándo ocurrirá esto? En la respuesta a esta interrogante nos topamos con una serie de contradicciones y de factores políticos y económicos que trascienden, y con mucho, las fronteras de Bulgaria.
Las autoridades búlgaras aparecen con los partidarios más fervorosos del paso del Consejo de Control Monetario a la adopción del euro, pese a que, de momento, nadie de Bruselas ni del BCE les haya invitado a hacerlo y tampoco existe una probabilidad importante de que esto ocurra a corto plazo. No obstante, las autoridades oficiales en Sofía se están dando cuenta de que la entrada de Bulgaria en la Eurozona no forma parte de la agenda de la UE y que, siendo realistas, están dispuestas a conformarse incluso con que Bulgaria sea invitada y admitida al menos al Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo, ERM II. Además, una buena parte de los búlgaros no se muestran especialmente entusiasmados con la posibilidad de cobrar sus sueldos en euros y pagar por sus compras en la moneda europea ya que abrigan la sospecha de que los precios de consumo aumentarán con la adopción del euro. Efectivamente, un 45% de los búlgaros considera actualmente que Bulgaria puede prescindir del euro. Aunque Bulgaria sea admitida al ERM II, llamado por algunos “antesala de la Eurozona” nadie podrá augurar cuánto tiempo se pasará el país en esta sala de espera. La experiencia existente hasta ahora sugiere que unos 7 u 8 años , pero ello ocurría en el período en que se planteaba la necesidad de extender y profundizar en la integración en la UE. Actualmente, en cambio, se hacen muchas más referencias al Brexit, a escenarios y a velocidades distintas, a núcleo y a periferia. De manera que es muy probable que Sofía se quede en la sala de espera por un tiempo indefinido. Todo esto significa que a corto plazo el Currency Board no correrá peligro. A estas alturas, empero, cabe destacar también los intentos, todavía tímidos, de peritos en economía por explicar que el ancla monetaria va frenando y ralentizando cada vez más el crecimiento del PIB que podría ser logrado con una cotización flotante de la moneda búlgara y con reservas de divisas de garantía liberadas por el banco nacional de Bulgaria. Estas voces de los expertos no son capaces, por ahora, de borrar los recuerdos que numerosos búlgaros guardan del terrible desastre económico y financiero que Bulgaria y sus habitantes sufrieron a mediados de los años 90 del siglo pasado y el cual fue superado gracias justamente al Consejo de Control Monetario.
Los ciudadanos se sienten contentos por la serenidad, la seguridad y la previsibilidad que ofrece el Currency Board y no se fían demasiado de las aseveraciones que sin éste las cosas se hubieran desarrollado mejor. Además, no existe una necesidad especialmente apremiante de la adopción del euro puesto que la moneda búlgara, la leva, se mantiene íntegra e incondicionalmente convertible en euro en base a un tipo de cambio fijo y que, incluso, la moneda común europea se emplea para algunas compras más importantes en el país.
Versión en español por Mijail Mijailov
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