¿Por qué los osos polares no comen pingüinos? Quien consiga responder a esta pregunta tendrá la oportunidad de ser elegido y participar en la próxima expedición a la Antártida. Las respuesta es que los osos polares viven en el Ártico, y los pingüinos, en la Antártida. Iglika Trifonova, procura descubrir las respuestas a otras muchas preguntas no hechas aún sobre el continente helado. Ella preside la organización de los Jóvenes Exploradores Polares, adscrita al Instituto Antártico de Bulgaria. En 1999 nadie creía que yo iba a hacer realidad mi sueño de viajar a la Antártica, ni mucho menos que yo fuera a participar en cuatro expediciones. De alguna manera, la Antártida se ha convertido en misión y destino míos porque no dejo de interesarme por ella incluso en mi tiempo de ocio en Bulgaria, dice Iglika.El encuentro con ella no ha sido casual, ya que Iglika presenta los proyectos más novedosos y vanguardistas que llevan a los científicos a miles de kilómetros de distancia de Bulgaria. Visito escuelas, frecuento foros dedicados a la ciencia y la ecología. Mis colegas y yo estamos en todas partes y hablamos siempre de ese continente, de la protección del medio ambiente, señala Iglika Trifonova.

Este año la mayor atracción que tenemos es la colección de sonidos de la Antártida, grabados de manera muy profesional por nuestra colega Tatiana Asenova. Esta colección sonora la podrán disfrutar personas invidentes en Bulgaria y también puede servir para un experimento psicológico con el fin de comprobar cómo incidente estos sonidos en la gente en general. Trabajamos asimismo con psicólogos. Es curioso conocer cómo los menores de edad acogen las grabaciones audio hechas en la Antártida. Hemos rodado también secuencias en las que se observa cómo viven los expedicionarios búlgaros en la Antártida que es el “continente de la paz y la ciencia”. Allá la gente vive bien porque hay una ayuda mutua entre los seres humanos. Se trata de un modelo, en general, de una comunidad humana ordenada en la que el dinero no reviste importancia alguna y se sitúan en un primer término las relaciones humanas. Los españoles, nuestros vecinos por la proximidad de su base, siempre han sido amigos muy íntimos nuestros. La situación es muy agradable pues la base búlgara es distinta al resto de bases allá. Vivimos como una gran familia. Cada extranjero que nos visita expresa su agradecimiento por la cordialidad y la alegría con las que lo acogemos. Todos somos unos entusiastas. En la Antártida mostramos lo mejor que tenemos en nuestro fuero interno. Allá obtenemos pruebas de que la gente, al situarse en un entorno adecuado, es capaz de cambiar a mejor y ayudarse mutuamente. En medio de esas crudas condiciones no caben la envidia ni la rivalidad, todos vivimos como una gran familia bien avenida.

Este año se ha desarrollado la XXV expedición jubilar búlgara a la Antártida y los expedicionarios jóvenes ya se están preparando para la siguiente. Su equipo se amplía, ya que a la expedición se suman más escritores, pintores, artistas en general.

Además de dedicarnos a la ciencia nos ocupamos de gran número de proyectos educativos en la escuela. Les contamos a los niños sobre la Antártida y ellos, en cambio, nos regalan dibujos en que han plasmado sus ideas sobre el continente helado, dice Iglika Trifonova. En un futuro próximo ella tiene la idea de llevar a grupos de alumnos, acompañados por sus maestros, a la Antártida. En otros países ya se ha afirmado una tal práctica y nosotros pretendemos aplicarla con los niños búlgaros. Así se podrá incentivar a la gente a que se dedique a la ciencia a la vez que se reforzará el interés por nuestros recientes descubrimientos. Mi cometido, como fotógrafa y ex periodistas consiste en mostrarles a los niños y a la opinión pública lo que está ocurriendo en la Antártida. Desarrollo un tipo de actividad documental, colaboro en numerosos proyectos científicos. He ido cuatro veces a la Antártida, en las dos primeras colaboraba en el programa de biología, fui capturando pingüinos y focas para análisis ADN. Este año he trabajado en el proyecto de los psicólogos relativo a cómo van cambiando el comportamiento y las percepciones de las personas que afrontan, por primera vez, las crudas condiciones atmosféricas allá. A mi juicio, se trata de un cambio palpable en todas esas personas pero nadie se fijaba en ello, ya que prestamos más atención a la fauna y la naturaleza. Allá en aquel desierto helado desaparecen todas las inhibiciones y limitaciones habituales para la civilización. La gente está sin sus familiares y todas las personas se permiten el lujo de ser de veras ellas mismas, el propio entorno predispone a uno a comportarse con mayor pulcritud y bondad. Bulgaria dista 14 mil kilómetros de allá y uno no tiene manera de escapar y retornar a las comodidades hogareñas. En la Antártida uno aprende a actuar en equipo, a dar muestras de un buen sentido del humor, a ser sociable y alegre. En la Antártida no hay televisión ni Internet, de manera que nos prestamos más atención unos a otros. Para poder sobrevivir allá uno ha de tener un genio campechano y amistoso.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Iglika Trifonova