El mito sobre la grave escasez de agua en la región de Dobrudzha se propagaba durante muchos años en las tierras que hoy forman parte del término municipal de la aldea de Nikola Kozlevo, en el noreste de Bulgaria. Viajeros que hace más de 150 años habían cruzado por los tupidos bosques del Ludogorie y la llanura de Dobrudzha describieron la sed que los nativos experimentaban en la canícula veraniega. Un hombre de letras de la región dice que ...no se ve en ninguna parte agua limpia y clara fluyendo, aparecen a trechos pozos profundos y charcos, pero sacar agua de un pozo es tarea ardua, y la de los charcos es turbia y sólo se la pueden beber las reses...
El cuadro fue cambiando varios decenios después con la llegada de gente que se había mudado del sur de Bulgaria para buscar tierras nuevas y feraces que cultivar y en las que criar su ganado. Aquellos colonos se quedaron admirados por la naturaleza en el Ludogorie y no se sintieron amedrentados por el déficit de agua.
Los primeros pobladores comenzaron a buscar pozos y en sus inmediaciones fueron construyendo sus casas. En un radio de 1 kilómetro fueron detectando 27 fuentes de agua limpia potable. Desde aquella época cada pozo trae su nombre. Se le bautizaba con el apellido de la familia que se había asentado en proximidad.
Se conocen hasta hoy los sitios de los pozos de los Popov, de los Kasabov, de los Kovchazov, etc. Sin embargo, los vecinos de otros pueblos de la zona, también agobiados por la escasez hídrica, comenzaron a acudir a Nikola Kozlevo para tomar agua y abrevar a su ganado. Entonces los de Nikola Kozlevo resolvieron otorgarles a los forasteros un pozo concreto que hasta hoy en día lleva el nombre de “El Pozo del Forastero”, dice Ivanka Semerdzhieva.
Ella forma parte de los promotores de un proyecto público que apunta a conservar y renovar los pozos locales como patrimonio y curiosidad peculiar de la aldea.
Agrega, evocando el pasado: La vida pueblerina transcurría en las inmediaciones de estas fuentes de agua. Las mozas casaderas y sus novios se solían citar al lado de un pozo, las amistades mejores se trababan allá. Muchas mozas de otros pueblos llegaban y se casaban con chicos de Nikola Kozlevo y se quedaban aquí. Su laboriosidad era sometida a una peculiar prueba: tenían que ir a por agua al pozo, llenar dos cántaros de agua y, colgándolos de un palo de madera, llevar el agua a casa de los suegros. Para evitar que se derramara agua mientras caminaban, cubrían los cántaros con hojas de los árboles. Se creía que justamente esta agua tenía una fuerza milagrosa y con ella lavaban las caras a sus hijos. Esta agua estaba relacionada con la higiene y el aseo de toda la familia antes de que se construyera el primer acueducto en la aldea. El agua de los pozos no se usaba para abrevar al ganado pues le servían de abrevaderos los charcos en la aldea. La gente de la aldea ha desempolvado muchas fotos de álbumes familiares con escenas de la vida alrededor de los pozos. Aquel romanticismo finalizó a mediados del siglo pasado con el comienzo de las obras de construcción de acueductos. El primer agua del grifo en esta aldea corrió en el año 1954. Iván Uzunov, un artesano local, ya de muy avanzada edad, cuenta que no deja de ver en sueños aquella agua hasta hoy en día. Señala que actualmente consideramos el agua como algo completamente natural y que no sabemos cómo la hemos de apreciar y conservar. “En mi juventud el agua era muy codiciada y no dejábamos que ni siquiera una gota se perdiera”, dice el anciano.
Los mayores entusiastas para la materialización del proyecto de restauración de los pozos antiguos han sido los alumnos de la escuela media de Nikola Kozlevo.
El agua es no sólo una riqueza, es vida, y la vida nuestra la continuarán los que ahora son niños de la aldea. Me alegro de que la historia sobre los pozos de antaño esté resurgiendo gracias, básicamente, a su participación, dice Delyan Kostadinov, director del plantel. Ellos son los jóvenes más alegres y más emprendedores que haya visto yo en todos mis años en esta escuela. Han recorrido la aldea de un extremo al otro, han reunido fotos, han apuntado y reimpreso historias que les han contado sus padres y abuelos. Nuestros alumnos también se han incorporado a las obras de restauración de los pozos. Han encontrado y nos han traído los recipientes en los que antaño se guardaba el agua, entre ellos cantimploras, barricas pequeñas, recipientes de cobre. Todo ello lo han descubierto en desvanes y sótanos y así podemos apreciar muchos objetos relacionados con la historia de nuestros pozos. A consecuencia del importante interés que hemos despertado por el agua de nuestra aldea natal, una empresa regional comenzó a extraer y a embotellar agua de mesa con el nombre “Nikola Kozlevo”. El pasado 22 de marzo, Día Mundial del Agua los alumnos de nuestra escuela repartían entre todos botellas de esta marca. El agua de pozo se ha transformado en símbolo del futuro y de la vida que sigue en Nikola Kozlevo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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