La primavera, largamente esperada, llegó resplandeciente, cálida y fresca por estas tierras. La Naturaleza despertó, desencadenando un brote de ideas sobre cómo pasar los fines de semana y días festivos al aire libre. Los rayos del sol ahuyentaron la grisura impuesta por el invierno y las florecidas flores primaverales volvieron a recordarnos que esta es la estación más colorida y hermosa del año.

En primavera se celebran una serie de festividades; Domingo de Ramos, que el pueblo búlgaro llama Tsvétnitsa, es una de ellas. El nombre Tsvétnitsa deriva del vocablo búlgaro tsvete, que significa flor. El día es festivo para todos, especialmente para las personas con nombre de flor, árbol o arbusto, y también para los profesionales que se dedican al estudio y cultivo de plantas.

En Tsvétnitsa o Domingo de Ramos el Jardín Botánico de Sofía, adscrito a la Academia de Ciencias Búlgara, recibe el mayor número de visitantes. Ubicado a los pies de la montaña Vítosha, el Jardín Botánico ofrece un paseo entre especies de plantas tradicionales y otras que son “exóticas” para el país. Este año el invierno en Bulgaria fue crudo y largo pero el Jardín no ha perdido una sola flor gracias al cuidado diario de los especialistas.



Fuera de los invernaderos, a la intemperie ahora florecen prímulas, pequeñas violetas, y, últimamente, da flor la Forsythia, un arbusto de color amarillo, símbolo de la primavera de Sofía. Por tradición, el Domingo de Ramos el Jardín Botánico abre sus puertas para una visita libre.

Actualmente nos hemos dedicado por completo a la belleza de las plantas en flor –dice su directora Antoaneta Petrova– . Para mí este es uno de los días más agradables porque en el Jardín viene gente que realmente ama las flores. Todos están muy emocionados y sonrientes. Después de la Pascua de Resurrección viene el Día de la Tierra, y del 22 al 29 de abril inician nuestras reuniones primaverales en las que damos consejos sobre el cultivo y la siembra de las plantas. Debido a las peculiaridades del clima de nuestro país, que es seco en verano y, por consiguiente, impide una rica floración de muchas plantas, las flores preferidas de los búlgaros son, precisamente, las primaverales, que se cultivan en el jardín. El pequeño jardín floreciente en el patio de la casa alegra los ojos con prímulas, tulipanes, narcisos y jacintos, las flores de primavera favoritas de nuestro pueblo. Muy populares entre los habitantes de las grandes ciudades son las orquídeas. Hay un gran número de ávidos coleccionistas que usan la Red Global para buscar más información. Los geranios son otro grupo de flores urbanas muy preferidas debido a su resistencia y por ser fáciles de cultivar. Más caprichosas son las violetas caseras. De ellas, en Bulgaria se encuentra en la naturaleza la especie llamada “flor de Orfeo” o Haberlea rhodopensis, muy antigua pero conservada hasta hoy en día en estas tierras.

La peonía roja, los lirios de agua y las campanillas de invierno son flores conocidas en este país desde la Antigüedad. Su belleza es exaltada en las canciones folklóricas, también existen varias leyendas y mitos sobre ellas.


En la Antigua China profesaban admiración por la peonía de una manera, los helenos lo hacían de otra, y para los búlgaros ésta era flor divina, explica Antoaneta Petrova y recuerda que también en la actualidad la peonía es símbolo del mes de mayo.

En Bulgaria hay un gran número de áreas protegidas con depósitos de peonía común –prosigue la directora del Jardín Botánico de Sofía– . Los búlgaros aprecian esta flor y, al mirar a su alrededor para buscar lo más destacable de su tierra natal, su mirada repara en las campanillas de invierno y las peonías. Grandes depósitos de éstas hay en el norte de Bulgaria y en la zona del barrio de Bozhúrishte*, próximo a la carretera a Sofía. A menudo llevo a grupos de turistas japoneses para enseñarles su hábitat, y la peonía se convierte para ellos en el suceso de la excursión. Observo un creciente interés entre los jóvenes en las flores silvestres. La mayoría viajan a fotografiar prados de flores. Los conocemos de los grupos en las redes sociales. Sus imágenes de depósitos de especies de plantas silvestres muy raras a veces consiguen sorprendernos hasta a nosotros, los botánicos. En Bulgaria hay muchos fotógrafos aficionados que han capturado un número de especies de azafranes mucho mayor del que incluso los botánicos hemos visto.

Uno de los buenos cambios sucedidos en Sofía en los últimos años es la proliferación de flores plantadas en la parte central urbana. Vemos más a menudo jardines y parques municipales bien mantenidos, señala Antoaneta Petrova y opina que esta es una forma de acercarnos al resto de países y capitales europeos.

No obstante, Bulgaria sigue estando en deuda en este sentido, y Sofía sigue necesitando de un jardín botánico mejor organizado –comenta la experta– . Como ya hemos destacado, en Sofía en los jardines públicos empiezan a abundar las flores pero, lamentablemente, disminuye la cantidad total de áreas verdes. Hay una construcción excesiva. En algunos barrios las zonas verdes se redujeron varias veces en los últimos 20 años”, concluye Antoaneta Petrova.

Versión en español por Daniela Radíchkova

*Bozhúrishte – el nombre deriva del vocablo que en búlgaro significa peonía: bozhur, y equivale a “lugar poblado de peonías”