Con la llegada de la primavera, en Tokio se ha anunciado oficialmente la temporada de floración del sakura, cerezos con flores de color rosa que se consideran símbolo de Japón. Este acontecimiento es motivo de celebración también en el colegio 138 de Sofía, donde desde hace cinco años se estudia el idioma y la cultura de Japón. Los alumnos búlgaros estudian literatura Oriental y saben que la floración del cerezo japonés se celebra desde el siglo VIII a.C. Actualmente se asocia con un sentido sutil del dolor, porque la floración del árbol sugiere lo fugaz y lo transitoria que es nuestra vida.
En 2009 en la escuela 138 de Sofía empezó un programa de intercambio cultural entre Oriente y Occidente. Actualmente, ahí estudian 1400 alumnos divididos en grupos para estudiar siete idiomas de distintas partes del mundo. Antes de empezar a estudiar el idioma de un país extranjero, los niños se familiarizan con la cultura y las tradiciones del mismo. Los elementos característicos del modo de vida de los japoneses tienen muchos admiradores entre los niños en esta escuela de Sofía. En palabras de los profesores, los niños búlgaros que estudian japonés son diferentes incluso en su apariencia y su comportamiento. Muchos de ellos se dejan llevar por el arte de la animación japonesa, hasta tal punto que a menudo imitan la ropa y peinados de los personajes.
En el colegio, además del idioma oriental, se aprende también a escribir poesía corta “haiku” y el arte de arreglos florales “ikebana”. Los que tienen más mérito por el gran interés por la lengua japonesa lo tienen los jóvenes y entusiastas profesores. Ellos mismos organizan la tradicional fiesta de primavera de la escuela, que no se pierde Shinichi Yamanaka, embajador de Japón en Bulgaria.
Alrededor de 130 niños asisten actualmente a clases de japonés, dice Magdalena Krasteva, directora del colegio 138 “Prof. Vasil Zlatarsli” de Sofía.
Para mi gran alegría todos los profesores son jóvenes, y esto da esperanzas de que a la profesión docente venga gente nueva. Son ambiciosos y los niños tienen una relación muy estrecha con ellos. Alumnos y profesores juntos han preparado un maravilloso festival de la cultura japonesa. Todo lo que viene de Japón les atrae, y ahora los estudiantes se preparan para participar en un concurso de oratoria. Hace tiempo una alumna nuestra estuvo invitada un mes entero en casa de una familia japonesa, y pudo conocer de cerca la vida de los niños japoneses. El concurso es difícil, se requiere una gran capacidad de oratoria para mantener la atención del público. No es casualidad que la embajada japonesa, diversas fundaciones y amigos de Japón sean invitados frecuentes en nuestra escuela. Del mismo modo, muchos niños visitan la embajada, donde aprenden modales, ganan confianza y aún más entusiasmo por aprender el idioma en el colegio.
La antigua cultura oriental impacta con fuerza sobre la percepción del mundo y de las relaciones interpersonales de los alumnos de la escuela japonesa. Según dice la directora Margarita Krasteva, los niños que estudian japonés están más concentrados en sus tareas y más moderados en sus modales. Ella recuerda una máxima popular japonesa que dice que las únicas personas que no tienen la obligación de inclinarse ante el emperador son los profesores. En el país del Sol Naciente se entiende que incluso el Emperador debe mucho a sus propios maestros, por lo que son muy honrados. Tenemos mucho que aprender de los japoneses, añade Magdalena Krasteva.
Para mí Japón es un amor de juventud. Cuando iba al colegio leía todo lo que caía en mis manos en japonés. Me atraía mucho que su vida fuera tan diferente de la nuestra. Tienen un carácter aristocrático que no tienen otros países. Además, dominan perfectamente sus emociones. En Japón la profesión docente es muy respetada. A través del “ikebana”, la belleza que crean con las flores, muestran cómo se puede vivir buscando armonía y belleza en cualquier parte. Uno no puede dejar de sentirse atraído por la apariencia de la mujer japonesa o por el mobiliario de una casa japonesa. Ahí prestan una gran atención a los detalles, y ponen en todo su sentido de la armonía y la belleza, aunque a primera vista sea lo más pequeño del mundo. Admiramos la disciplina y la limpieza que los alumnos japoneses mantienen en sus clases, que mantienen cómodas y atractivas. Parte de la enseñanza en nuestra escuela incluye también ese tipo de educación.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: 138sou.com y bg.emb-japan.go.jp
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