La sociedad automovilística búlgara “Litex Motors” ha entrado en trámites de insolvencia, o dicho en otros términos, está quebrando. Dueño de esta sociedad que tenía que ensamblar en una planta en Bulgaria coches de la gama de la corporación china Great Wall y comercializarlos en Bulgaria y en el extranjero es la empresa búlgara Litex con la participación de una de las más importantes compañías automovilísticas chinas. Tras unos cinco años de existencia ondeó sobre la empresa la bandera blanca de la derrota.
¿Por qué se ha llegado hasta ahí y por qué ha fracasado el cuarto intento por ensamblar automóviles en Bulgaria tras los descalabros de las compañías FIAT, Renault y Rover? No forman parte de la lista los autos soviéticos Moskvich, que se mantuvieron en el marco del internacionalismo socialista. En el caso concreto se trata de la asociación entre los chinos que , aparentemente, disfrutan del buen nombre de empresarios que respetan las reglas del juego y el controvertido hombre de negocios búlgaro, Grisha Ganchev, uno de los protagonistas capitalistas de la transición tormentosa y contradictoria, desde cualquier punto de vista, de la economía centralizada a la economía de mercado.
Ganchev es uno de los pocos veteranos con vida de esta transición, gestiona grandes negocios y tiene un renombre bastante discutible .Cómo y por qué los chinos han escogido por socio precisamente a este empresario búlgaro no está muy claro, pero en cambio, está bien claro que Grisha Ganchev había contado también con el apoyo del Banco Comercial Corporativo -quebrado tras un mayúsculo escándalo público y habiéndole costado al Estado 2 mil millones de euros-del banquero prófugo, Tsvetan Vasilev, quien hasta ahora sigue escondiéndose de las autoridades búlgaras en la vecina Serbia.
La corporación Great Wall, además de haberse vinculado con socios inconvenientes, no se ha hecho bien la cuenta. Transportar desde China hasta Bulgaria piezas y agregados de autos, y ensamblar a casi 10 mil kilómetros de distancia coches terminados resulta un placer costoso, pese a que los precios a los que en Bulgaria se comercializaban los coches chinos eran bastante tentadores, incluso para los búlgaros, las personas más pobres en Europa.
Como hemos mencionado la palabra Europa, cabe pues decir a estas alturas que los chinos asignaban un puesto bastante modesto e insignificante al mercado búlgaro para la colocación de su producción terminada. Simplemente, apostaban por la posibilidad de que de Bulgaria sus coches iban a penetrar en los mercados europeos. Corren rumores de que han logrado vender unos mil autos, cifra que dista mucho de las ideas sobre una invasión en un mercado de más de 500 millones de usuarios.
Las autoridades búlgaras, hambrientas de inversiones extranjeras, otorgaron a la sociedad automovilística bastantes facilidades y compraron un buen número de coches terminados a los efectos de la Administración Pública. Desgraciadamente, todo esto ha sido en vano y los chinos se han ido a pesar de haber sido tan cortejados.
Hay que decir que, además de por la postura favorable de las autoridades, la corporación Great Wall apostaba por la mano de obra cualificada y barata en Bulgaria.
Los ejemplos en este sentido son innumerables: una decena de las compañías más importantes del mundo del sector de la fabricación de piezas de repuesto y agregados tienen un negocio exitoso y sereno en Bulgaria. Esto, muy probablemente, no se habría escapado de la atención de los chinos cuando planeaban su inversión en el país .Sin embargo, eso tampoco ha servido.
Así, a pesar de los sueños de Boiko Borisov, hasta no hace mucho primer ministro de Bulgaria y probable futuro primer ministro, de una pletórica planta automovilística en Bulgaria, las cosas no se han desarrollado conforme su plan. Es muy escasamente probable que estos sueños se vuelvan realidad un día, debido al saturado mercado europeo y el minúsculo mercado interno. En Bulgaria se compran y se venden, al año, unos 30 mil autos y, desafortunadamente para los grandes fabricantes automovilísticos se trata, ante todo, de coches de segunda mano antes que de nuevos. Para estos vehículos hacen falta piezas de repuesto, de manera que no se les ignora por completo.
A fin de cuentas, toda esta historia puede ser de utilidad para los futuros inversores foráneos en Bulgaria quienes deben redoblar sus esfuerzos y llegar a estudiar a fondo las condiciones para hacer negocios en Bulgaria, en vez de trasladar a ésta tipos de producción cuyos productos luego nadie compra.
Versión en español Por Mijail Mijailov
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