La festividad búlgara Sirni Zágovezni o Sírnitsa es el tiempo de pedir perdón a los familiares y a reunirse alrededor de la opípara mesa llena de todo lo que se puede preparar con huevos, mantequilla y leche. Sírnitsa se celebra siempre siete semanas antes de la Pascua de Resurrección, y al día siguiente empieza el largo ayuno pascual. Hoy en día, son muchas las personas que optan por cumplir la vigilia, absteniéndose de consumir carne, productos lácteos y huevos, y mantener sus pensamientos, palabras y actos distantes de todas las tentaciones. Inclusive quienes no cumplen ni con el lado físico ni con el espiritual del ayuno, veneran la festividad, o al menos tienen parientes que les invitarán a compartirla.
Sírnitsa siempre cae en domingo, y el día pasa en visitas durante las cuales todos se perdonan mutuamente los errores cometidos. Los jóvenes van a la casa de sus padres, de sus padrinos, de los parientes mayores.
El llamado rito jámkane, que se practica después de la cena, se ejecuta usando huevo cocido o turrón blanco, según la región del país. Atado con una márteniza o con hilo rojo, el huevo o el turrón cuelgan del techo y la mujer de más edad en la casa balancea el hilo describiendo un círculo. El resto de los miembros de la familia tratan de agarrar el huevo o el turrón pero con la boca sin usar las manos. Se cree que el que consigue darle primero un mordisco será sano, feliz y muy suertudo durante todo el año.
Durante la semana precedente a Domingo del Perdón, en algunas poblaciones de Bulgaria meridional se organizan procesiones de kuker (hombres disfrazados con pieles, con enormes máscaras de madera sobre la cabeza y grandes cencerros que cuelgan de su cintura). Ellos recorren las casas, presentan escenas cómicas y profieren bendiciones por salud y fertilidad.
Una costumbre ampliamente difundida en la noche de Sírnitsa es la de encender hogueras, bailar alrededor de ellas las típicas danzas búlgaras joró, mientras que los jóvenes les saltan por encima para tener buena salud.
De fuego son también las flechas que, en la oscuridad de la noche, los jóvenes solteros envían al patio de su elegida. Antes de ser disparadas, con la ayuda de varas especiales, las puntas de las flechas se encienden. Los mensajes de fuego atraviesan la oscuridad y todo el mundo ve donde termina su camino. A la mañana siguiente, las chicas casaderas, junto con sus padres, cuentan las flechas caídas en el patio. La moza que había recibido el mayor número de estas confesiones de amor era considerada más bienaventurada. Obviamente nadie quería estar en la piel de aquella muchacha en cuyo patio no había ni una sola flecha.
La letra de las canciones que versan sobre el lanzamiento de flechas, a menudo cuentan la misma historia: el mozo dispara la flecha y dice a su amada que prepare “regalos exquisitos” porque le enviará casamenteros. Nada más pronunciadas estas palabras, la casa de la chica se colma de casamenteros que atan sus caballos bajo los membrillos amarillos o debajo del rosal rojo.
Tanto los columpios como las flechas de fuego son parte de los ritos prenupciales, y las bodas se podrán contraer de nuevo una vez acabada la Pascua.
El fuego también tiene su puesto en otros ritos por Sírnitsa. Según la región donde se practiquen, se les llama “enciendecesto”, oydalalía, etc. Por lo general, en las colinas que rodean el pueblo se encienden fogatas porque se creía que hasta donde llegara el fuego se extendería la abundancia de la cosecha.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES
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