Animal sagrado, en el Antiguo Egipto, signo astrológico, en un horóscopo oriental, pero, además, deliciosa comida en algunos puntos del planeta, el gato es un animal doméstico ordinario para una buena parte de la humanidad. A veces malicioso, antojadizo y hasta vengativo, pero, sobre todo, un símbolo de la acogedora vida hogareña. Los dueños de gatos saben que la mayoría de estos animalitos se comportan como Pedro por su casa, y que son ellos los que permiten a los humanos que estén a su alrededor. ¿Qué nos diría el felino ronroneante si pudiera hablar?, y ¿nos hubiese gustado lo que escucharíamos? Es poco probable. Al menos según las nociones folklóricas de los búlgaros.

Según las creencias de antaño, al principio de la Creación los animales tenían el don de la palabra y hablaban el lenguaje humano pero Dios los privó de esta facultad para dejarla tan sólo a las personas. Así los animales continuaron comunicándose entre sí en un idioma que sólo ellos entendían. Cuando dejaron de hablarse, los humanos y los animales se enemistaron. Los que se peleaban con el hombre se fueron a los bosques y las montañas, y desde allí lo acechaban, otros “se pusieron de acuerdo” con él y se quedaron para servirle. Así aparecieron los animales domésticos.

Aunque el gato pertenece a las especies domesticadas, el pueblo no le tiene especial afecto ni tampoco respeto. La imagen descrita en las leyendas no es en absoluto positiva. El único beneficio del gato para el hombre es que extermina a los ratones. A un gato se le tiene y tolera en la casa pero por necesidad y no por disfrutar de afecto alguno, escribió el prominente etnógrafo búlgaro, Dimitar Marinov.El morrongo no se encariña con el hombre, como el perro, no es fiel, guarda rencor y desconfianza al dueño y su familia, no tolera el agravio. También en este sentido es la antítesis del can. Dicen que soñar un gato significa que algo malo pasará. Si en sueños nos araña un felino, tendremos pelea con alguien.

El gato está apegado al hogar. Si el dueño deja la casa, el gato se queda en ella, no le sigue, a diferencia del perro. Dice la letra de algunas canciones folklóricas que el gallo está posado en la valla, el perro está en el patio y el gato, en la casa, cerca del hogar. Reza un dicho que, si al morir, el anfitrión de la casa se va al infierno, el gato trae leña y aviva el fuego bajo el caldero para que el hombre sufra más, y el perro hace lo contrario: trae agua para extinguir el fuego. Cuando el dueño muere, el perro llora y el gato goza. De allí nació la enemistad entre las dos especies animales. Por eso, de las personas que están en constante conflicto se suele decir que son como el perro y el gato.

Es como el gato, nunca cae de espaldas, se suele decir de quien no reconoce sus errores, por más evidentes que sean, comparándosele con el micho. Otro proverbio dice: Le he pisado la cola al gato. Esto significa que se ha tocado un tema desagradable para alguien.Antaño existía la creencia que si el felino se calienta junto a la chimenea, hará mal tiempo; si se lava el hocico con la pata, a la casa vendrá visita. Según otra creencia, para no escapar de casa, al pequeño gatito hay que medirle la cola con un huso. Acto seguido éste debe ser hincado detrás de la puerta de la casa. Una de las supersticiones más difundidas es que cuando se te cruza un gato es señal de mala suerte, sobre todo si es de color negro. También hoy en día decimos un gato negro se me cruzó por el camino, cuando fracasamos en una empresa o cuando no conseguimos lo que esperábamos.

En Bulgaria el gato negro se asocia con Gábrovo, la capital del humor y la broma, como se le conoce a esta ciudad, en Bulgaria Central. Cada año, alrededor del Día de Gábrovo –17 de mayo– allí tiene lugar un colorido desfile carnavalesco encabezado por el símbolo de la ciudad: un enorme gato negro, al que ritualmente le cortan la cola. De los vecinos de Gábrovo, famosos por su frugalidad en los gastos, se cuentan todo tipo de historias. Por ejemplo, que le cortan la cola a los gatos para que la puerta se cierre rápido detrás de ellos y el calor no se escape.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES y archivo