Nosotros, vosotros y yo es un monoespectáculo basado en obras poéticas de Miriana Básheva y con música de Stefan Dimitrov. Tanto los versos como la música se entrelazan hábilmente con el argumento de la obra que la actriz Sashka Bratánova define como “show musical-poético”.
Ella baila sin bailar, canta sin cantar, recita sin recitar. Así ha sido siempre y por esto el público la quiere. Se sale de las generalizaciones profesionales, es indefinible. No quiere ser guapa pero lo es, no quiere ser joven pero lo parece, no quiere sorprendernos, pero no podemos apartar la vista de ella, escribe acerca de la actriz la redactora jefa de la revista “Teatro”. Es sólo una pequeña parte de las bonitas palabras dichas y escritas sobre Sashka Bratánova que la mayoría de los búlgaros recuerdan como una de las protagonistas de una de las emblemáticas películas del cinematógrafo nacional, El muchacho se vuelve hombre. Ha actuado también en decenas de filmes del período entre los años 70 a 90. En el nuevo milenio su nombre aparece en los créditos de producciones búlgaras y extranjeras en que hace pequeños roles. Tal vez el más conocido sea el de Vitka, ama de llaves y asistente de Vanga, la profetisa búlgara, en la serie televisiva Vanguelia, una coproducción de Bielorrusia, Rusia y Ucrania, dedicada a esta clarividente. Y desde el año pasado el unipersonal Nosotros, vosotros y yo, su “amor resucitado”, la tiene totalmente absorbida. Echaba de menos ese espectáculo porque suena moderno –dice ella– . Además echaba de menos el escenario. Me he dado cuenta de que esto es lo que quiero, lo que sé hacer y lo que me hace feliz.
La música y el teatro están presentes en la vida de Sashka Bratánova desde su infancia en Svishtov, la ciudad en la ribera del Danubio donde nació.
Mis padres se dedicaban a la música de varias formas –cuenta la actriz– . Mi recuerdo más nítido es de La viuda alegre, una representación de la opereta de la casa de cultura de Svishtov. Mi madre era la protagonista, mi padre dirigía la orquesta y yo estaba entre el público. Siempre he sido una gran fan de la opereta. Cuando nos mudamos a Sofía mi madre siguió cantando en una opereta de aficionados y yo integraba el coro. Mi padre toda su vida conducía orquestas militares. En Sofía era uno de los directores de la Orquesta Central Militar de Viento, y, durante un considerable período, también su director jefe. Siempre he estado rodeada de música y, aunque mi voz no es como la de mi madre, me gusta cantar.
Versión en español por Marta Ros
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