Los seres humanos fuimos creados para vivir en libertad y de nosotros depende saber aprovecharnos de este don más preciado. Vasil Morfov decididamente sabe elegir: primero, al optar por irse a Gales para graduarse en mercadotecnia, luego, al trasladarse a Londres y trabajar ahí cierto tiempo, para, finalmente, volver a la patria con la idea de dedicarse al negocio en armonía con la vida.
A los 26 años de edad se propone objetivos claros. Un año atrás eligió vivir en la aldea de Brodílovo, en la montaña Strandzha, en el sureste de Bulgaria, a sólo diez kilómetros del mar; un lugar de paisajes maravillosos y aire fresco. Estableció allí su granja orgánica y empezó a perseguir su gran sueño: el de combinar la ganadería y el turismo ecológico moderno siguiendo el ejemplo de muchos países occidentales donde los huéspedes disfrutan del hermoso paisaje, pero también ayudan a sus anfitriones en el trabajo y participan plenamente en la vida de la granja.
Al inicio Vasil labraba 1 hectárea y en la actualidad arrienda 220 hectáreas de tierra, que debe convertir de cultivables en pastos ya que su principal objetivo es posicionarse en el mercado de carne orgánica.
Para obtener la certificación ecológica global para la carne hay que cumplir ciertos requisitos –explica el joven granjero– . Lo más importante es seguir todo el proceso de la cría del animal, incluida la nutrición. Una condición obligatoria es que los ingredientes de la comida también deben ser orgánicos. Hoy en día los productos orgánicos son una gran tendencia en Europa, que empieza a imponerse también en Bulgaria. Para mi granja esto significa que ganaré ventaja sobre la producción convencional. En principio, los precios de la carne orgánica son significativamente más altos, y este certificado es garantía de producto sano.
Por curiosidad, y porque la aldea de Brodílovo tiene una tradición en la cría de búfalos, Vasil compró varios animales de la raza Murrah búlgara, que está en peligro de extinción. Los mamíferos resultaron ser mansos y laboriosos –no por casualidad antaño gran parte del trabajo recaía en ellos. Por lo demás, Vasil apuesta principalmente por los bovinos de carne.
Actualmente mi manada está compuesta por unos 125 animales entre vacas, terneros y diez bucerros – dice el granjero– . Debido a la certificación ecológica en mi granja no está permitido ordeñar las vacas y éstas deben quedar con los terneros. El producto que quiero sacar al mercado es la carne, junto con productos cárnicos procesados como salchichas, sucuk (salchicha seca condimentada), embutidos, pastirma (carne de vaca secada al aire), etc. Mi mayor deseo es que a finales de otoño nuestra producción ya esté en el mercado. A pesar de tener contacto con algunas redes comerciales estoy trabajando también en la construcción de una red logística propia para acortar el camino entre productor y cliente final. Estoy convencido de que es el camino correcto para avanzar porque cuantos más intermediarios haya más dañado será el productor nacional. Es algo que hay que evitar en adelante.
Vasil cree en el éxito porque el número de las personas que cuidan de su alimentación y buscan productos limpios va creciendo cada vez más. Eso es aplicable especialmente a sus coetáneos, destaca, porque están tratando de llevar una vida saludable y suelen visitar los mercados orgánicos. El granjero opina asimismo que la gente debe ir de compras en la zona donde reside y, de ser posible, buscar una abuela en algún pueblo y comprar de ella alimentos ecológicos.
A pesar de ser todavía un novato, el joven granjero ya ha sido galardonado por su espíritu emprendedor. El Comité Regional de Agricultura de la ciudad de Burgás le otorgó el Premio “Regreso al futuro”, que simboliza la juventud, el impulso, el cambio. Efectivamente, la actividad a la que se dedica Vasil Morfov pertenece al mañana porque lo que ambiciona hacer es ofrecernos sólo alimentos puros cultivados con humanidad y desvelo por la naturaleza.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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