A comienzos de esta semana entraron en vigor los cambios más recientes en la Ley para el Tráfico Vial que incorporan nuevas sanciones, multas y otros castigos, inéditos y sin precedentes, contra los conductores temerarios. La parte mayor y mejor de la sociedad ha aplaudido estas medidas, algunos incluso han reclamado una severidad aún mayor y tolerancia cero ante esos dementes al volante, protagonistas en la denominada por los medios informativos “guerra en las carreteras” del país. Los motivos para que la policía vial desentierre el hacha de guerra son múltiples, pero un presentadoи de televisión ha logrado calificarlos, con gran precisión y brevedad, como “una inexistencia de sanciones intimidatorias y disuasivas y una falta de control sobre la observancia de la ley”.
Es pasmosa la abundancia de hechos que demuestran que en las carreteras búlgaras, que no se ajustan ni siquiera a las exigencias europeas más elementales de calidad, seguridad y tranquilidad del viaje, se está librando una auténtica guerra que provoca un millar de víctimas mortales al año y decenas de miles de personas heridas y mutiladas de por vida. Las autopistas en Bulgaria apenas están a la altura del concepto europeo sobre este tipo de carreteras. Las llamadas carreteras nacionales, o sea, de importancia nacional son equiparables a las carreteras europeas similares de los años 70 del siglo pasado. La red vial de segunda categoría que enlaza los pequeños núcleos poblacionales últimamente se parece más a unos trayectos para motocross que a una infraestructura por la que deban circular con normalidad los diferentes vehículos: hay baches de medio metro de profundidad en el asfalto de la calzada, tramos enteros sepultados por tierra y piedras de corrimientos de tierra, reparaciones chapuceras de las calzadas, faltas de calidad y dechados de irresponsabilidad. En todas partes, a cualquier hora de las 24 y en cualquier temporada del año se pueden ver esos conductores agresivos y descarados que desatienden a todas las reglas del tráfico al volante de coches, viejos de 15 a 20 años, pero potentes y veloces.
Bulgaria es uno de los tres países europeos más peligrosos y con mayor número de víctimas en las carreteras. El problema no sólo es económico, político o constructivo. Es nacional y hasta internacional porque por estas carreteras circulan también centenares de miles de coches y camiones con matrículas extranjeras.
Sobre el telón de fondo de estas tristes condiciones objetivas cobra una importancia especial el control sobre el tráfico automotor. Los nuevos cambios en la Ley para el Tráfico Vial no son capaces de subsanar las deficiencias que presentan las carreteras y las autopistas en el país pero sí pueden hacerle dura la vida a todo conductor temerario, siempre y cuando sean respetados, eso sí. Es un secreto a voces que un 60 % de las multas pecuniarias impuestas por los policías de tráfico no son pagadas en absoluto y que nadie reclama el dinero ni le busca la responsabilidad a los culpables. Ahora acaba de entrar en vigor una de las medidas más radicales. Además de casi duplicarse el monto de las multas pecuniarias volviéndose casi ruinosa para el grueso de los búlgaros, que andan cortos de dinero, los sistemas electrónicos de la Policía de Tráfico y de la Agencia Tributaria vigilarán automáticamente si el importe de las multas es abonado o no y, de no producirse el pago, las sanciones ya se volverán astronómicas y no habrá manera de que hasta los conductores temerarios más tercos eviten poner mientes en esto. Ahora a los choferes culpables le serán retiradas las placas de matriculación y no podrán conducir sus coches.
Aún se desconoce si esta medida in extremis se aplicará por los policías de tráfico en los casos contemplados por la ley. Además, tal medida no podrá ser una especie de varita mágica que lleve la paz a las carreteras nacionales. Sin embargo, está más claro que el agua que la medida sí provoca miedo y es más radical que el resto de las sanciones. De momento las premisas para el éxito de esta medida extrema son buenas puesto que la sociedad la ha aprobado y, probablemente, contribuirá a su aplicación. Es que hay que poner fin a la guerra en las carreteras de Bulgaria, incluso si necesidad hubiera de que la policía desenterrara el hacha de guerra contra los conductores temerarios. Es una causa que merece la pena. Toquemos madera y deseémosle éxito.
Versión en español por Mijail Mijailov
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