Continuidad y cambio. Es lo que ha anunciado como su norte el presidente electo de Bulgaria, Rumen Radev, en su breve discurso durante la ceremonia en Sofía de toma de posesión de su cargo. El ya ex presidente de Bulgaria, Rosen Plevneliev, le deseó éxito a su sucesor y agregó que en los cinco años de su mandato había obrado únicamente por el bien del pueblo y del Estado.
La ceremonia de traspaso del poder presidencial se extendió durante horas en el frío domingo, en la plazoleta del Monumento al Soldado Desconocido, en la catedral “San Alejandro Nevski” y delante de la sede de la presidencia del país, en el centro de la capital. Veintiuna salvas de artillería anunciaron el comienzo del mandato del quinto presidente de Bulgaria tras el derrumbe del régimen totalitario de Todor Yivkov a finales de 1989.
Dios, envíale un ángel de la guarda, a quien mucho se le da mucho se le exigirá, fue el mensaje lanzado por Neófito, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Bulgaria. Sus palabras fueron las más sabias sobre el telón de fondo de cortesías protocolarias, análisis y agüeros en la jornada del domingo, 22 de enero: Distinguido señor presidente, hoy cuando Dios coloca en sus hombros una responsabilidad enorme por la vida y la prosperidad de millones de personas en una época bastante compleja y turbulenta, Vd. necesita más que nunca antes del respaldo divino. Para que su gestión sea de éxito Vd. deberá atender a las aspiraciones de los ciudadanos búlgaros, buscar lo que sea útil y bueno para ellos, lo que trae seguridad y paz. Le harán falta una sensibilidad y una sabiduría especiales.
El espectáculo ha concluido y el telón ha caído. Rumen Radev, de 53 años de edad, general de la reserva y ex comandante de las Fuerzas Aéreas de Bulgaria es el primer presidente que no forma parte de la lista de nomenclatura de los partidos políticos aparecidos tras el 10 de noviembre de 1989. Ha conquistado el puesto tras rivalizar en balotaje con la candidata por el partido GERB, Tsetska Tsacheva, en noviembre de 2016. Radev, promovido por un comité de iniciativas, fue respaldado por el Partido Socialista Búlgaro, PSB. Ahora deberá ir disipando las aseveraciones obsesivas y demostrar que, con todo, no es “un hombre de los socialistas”.
Seré presidente de todos los búlgaros independientemente de su raza y culto religioso, manifestó Radev repitiendo el clisé usado hasta la fecha por todos los presidentes anteriores al tomar posesión. Algunas de sus promesas son triviales, son un “deja vu”. Por ejemplo, la de que luchará contra los problemas crónicos de Bulgaria como son la corrupción, la delincuencia y la pobreza de la parte predominante de la sociedad. Esta lucha viene librándose desde hace décadas sin especial éxito.
Bulgaria es una república parlamentaria. El jefe de Estado tiene, por Constitución, poderes limitados si bien en el terreno de la política exterior tiene determinado peso. En este contexto, Rumen Radev ha desmentido todas las dudas al expresar que no está sujeta a discusión alguna la pertenencia de Bulgaria a la UE y a la OTAN.
El cambio, según el credo de su predecesor Plevneliev, apunta a la política con respecto a Rusia y los problemas relacionados con Crimea y Ucrania. Rumen Radev está exhortando a que se supriman las sanciones contra Moscú decretadas por la UE. Según algunos observadores ésta es, sin embargo, una materia delicada, el problema no es nacional, sino comunitario general, y la palabra de peso y quizás definitiva toca a Washington y a su nueva Administración. Bulgaria a este respecto no es un factor y cumplirá las decisiones de las naciones grandes, agregan los expertos.
Respecto a la oleada de migrantes, Rumen Radev había manifestado ya en su campaña electoral que no permitiría que Bulgaria se convirtiera en una zona colchón y en un gueto de Europa y que lucharía por la revisión de los Acuerdos de Dublín. Según los analistas, Bulgaria tampoco es un factor en esta esfera e igualmente deberá cumplir las resoluciones de las naciones grandes. Total, Rumen Radev debería reconsiderar con rapidez su retórica preelectoral y, como presidente de un Estado parlamentario, darse cuenta de lo que puede hacer y de lo que no, máxime en el ámbito de la política exterior.
En cambio, las obligaciones políticas internas de Rumen Radev son terrenales y concretas, y no están sujetas a interpretación pues, se encuentran plasmadas en la Constitución de la República de Bulgaria. Radev debe disolver el Parlamento, designar un gobierno interino y señalar una fecha para elecciones parlamentarias anticipadas. De ser Radev un hombre sagaz no deberá designar para el poder ejecutivo interino a personas de la nomenclatura partidista, obviamente la del Partido Socialista Búlgaro, y no deberá permitir que este gabinete interino tome decisiones diferentes de las de organizar las elecciones anticipadas. Los comicios se celebrarán probablemente en marzo, así que se avecina una primavera “caliente”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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