El discípulo de la Escuela Estatal de Coreografía de Sofía, Jristián Bakalov, regresó por algunos días a Bulgaria para presentar una serie de talleres artísticos, impartidos por él y respaldados por el Fondo Nacional de Cultura, adscrito al Ministerio de Cultura.
En 1991, al graduarse por la escuela coreográfica, Jristián se incorporó a la compañía del Joven Ballet de Francia. Su carrera como bailarín continuó en el Centro Coreográfico Nacional de Nantes. Con esta troupe participó durante años en giras en Europa, América Latina, África y EE.UU.
En Sofía Jristián enseñó la primera etapa de su proyecto de gran envergadura, titulado Small Future (Pequeño futuro). A la pregunta de si este proyecto no resulta un poco extraño, responde:
También en Bruselas, donde trabajo en ese tipo de proyectos y espectáculos, el público se queda bastante sorprendido. Pequeño futuro forma parte de otro proyecto, una performance–instalación llamada Big Future (Futuro grande), que será realizada en Bélgica el mes de junio. Mi idea es trabajar con aficionados y que participen personas de todos los grupos sociales y de edad, independientemente de su condición física, personas desfavorecidas y personas con discapacidad, en general, todos quienes deseen experimentar algo diferente y estimulante, y juntos hacer un espectáculo interactivo único. El público del proyecto Pequeño futuro estará involucrado en un entorno creativo desconocido donde explorará formas ignotas de percibir el arte, estará lejos del papel de un observador pasivo, tendrá la oportunidad de convertirse en cómplice. Yo suelo grabar la reacción de los asistentes y al verla, me comentan que nunca habían vivido semejante experiencia.
Pero, ¿cómo consigue un búlgaro consolidarse entre los círculos artísticos de Francia y Bélgica? El coreógrafo se dice muy agradecido con el destino, señala que durante más de 25 años siempre ha logrado materializar lo que lleva en el corazón.
Cuenta también que ha sufrido algunos traumatismos; recuerda que justo cuando rompió una pierna comenzaba a actuar en obras de directores de fama mundial como Jan Fabre, Gérôme Bel e Ivo Dimchev con los que sigue trabajando hasta hoy en día. No le fue fácil pero, según dice: Hay que estar preparado cuando se quiere trabajar con los mejores y hacer las cosas como uno las siente, sin hacer concesiones, realizar el sueño al cien por ciento. Estos son los momentos que nos predisponen a pasar a otro nivel en nuestra vida, en nuestro camino, subir a un escalón más alto, elevarnos por encima de nuestra condición.
Y, con la sensibilidad inherente del artista, Jristián Bakalov agrega: El mensaje principal que quisiera dirigir a través de mi arte, y que la gente pueda sentir, es que todos somos iguales en esta tierra. Estamos llenos de tanta belleza, de tanta generosidad y de amor al prójimo. Deberíamos despertar y acostarnos con este amor todos los días y no olvidar que somos pasajeros por la vida, unos turistas, migrantes. Debemos recordar que el tránsito por la vida se nos da para que podamos compartir con los demás, para superarnos, para dar y recibir.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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