Hoy en día difícilmente nos damos cuenta de hasta qué punto la ciencia y la tecnología se han convertido en parte de nuestra vida. Por eso una nueva disciplina, llamada Comunicación Científica, se propone contar del progreso de la civilización de una manera interesante y sencilla para poder valernos de aquél en la práctica. Los científicos promocionan cada vez más sus actividades usando un lenguaje más accesible.
Precisamente en el ámbito de la “traducción” del lenguaje científico al llano ve su futuro Nevena Jristózova, estudiante de doctorado en Biología en una universidad belga, que sueña con aplicar en la patria lo aprendido fuera.
Hoy en día cualquiera puede comprobar todo en Internet. Si buscamos, por ejemplo, el término “dolor de cabeza” probablemente lo que leeremos es que tenemos un tumor cerebral –dice, convencida, Nevena – . Al dar con la información incorrecta, muchas personas se quedan con la impresión de que algo que en realidad no tiene que ver con su problema les podría ayudar, y de esta manera permanecen sin diagnosticar y sin tratar. También está el otro extremo: cuando una información sensacionalista y sacada de contexto produce una conspiración enorme con el fin de meter miedo a la ciencia y las tecnologías. Entonces la gente comienza a pensar que unos científicos locos crean en sus laboratorios monstruos y cataclismos.
Por eso cuando la gente bien informada empiece a hablar más y de manera más comprensible, la gente dejará de creer tanto a los sitios web y canales de televisión que manipulan la información y propagan mitos.
Los más perjudiciales desde el punto de vista de la salud son los movimientos antivacunas y los pseudo estudios clínicos que afirman que un producto común y corriente puede ser una cura mágica –dice Nevena– . El abuso de los antibióticos es otro gran problema, ya que si alguna bacteria desarrolla resistencia al medicamento, perjudicamos no sólo a nosotros mismos, sino también a los demás. En general, hay todo tipo de teorías pero cuando éstas afectan a la salud humana y la alimentación de un país entero, y también de todo el planeta, entonces el problema es muy grave y hay que abordarlo.
El primero entre los problemas graves es el “monstruo” de los organismos genéticamente modificados.
Para ser admitidos a pruebas para el cultivo en condiciones de campo y para valor nutricional y calidad, los alimentos transgénicos han pasado numerosos exámenes de toxicidad, cualidades alergénicas, etc –explica Nevena– . Eso no puede decirse de ningún otro ingrediente alimentario en el mercado, independientemente de su origen. Puesto que me dedico a las biotecnologías vegetales puedo afirmar confiadamente que los alimentos transgénicos no son peligrosos. En los medios científicos hay muchísimas publicaciones que demuestran que son aptos para el consumo porque están estrictamente controlados.
No se puede decir lo mismo de los alimentos obtenidos por radiación o mutagénesis química para los que la legislación europea de momento no exige que sean puestos a prueba.
Por lo cual estos productos están en el mercado, a pesar de que pueden ser peligrosos para el medio ambiente y para la salud humana –señala Nevena y agrega – : Se cultivan en todas partes –porque estamos hablando de variedades de alimentos que se pueden ver también en los mercados búlgaros. Por ejemplo, la toronja es un híbrido que apareció hace siglos pero nunca fue examinado para ver las mutaciones a nivel genético causadas en él por la radiación en el medio ambiente. Hay también muchas legumbres modificadas por agentes químicos que alteran la estructura del ADN. Después de ser tratadas con estos agentes deberían ser depurados, especialmente cuando se trata de semillas, pero no hay prestación de resultados que muestren si eso se hace.
En tales casos lo único que se puede hacer es que se publiquen datos fiables para que todos y cada uno de nosotros podamos hacer elección informada si vamos a consumir este tipo de comida.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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