El pasado 1 de enero se han cumplido 10 años desde el acceso de Bulgaria y Rumanía a la UE. El 3 de enero de 2017 un portavoz de la Comisión Europea ha dirigido sendos mensajes de felicitación a los dos países destacando que ya son miembros viables de la UE.

Bulgaria no ha conmemorado en forma solemne este décimo aniversario de su adhesión a la UE, posiblemente por encontrarse en una crisis política o bien por otras razones. La “inexistencia de fanfarrias” con motivo de este aniversario ha sido calificado por la publicación prestigiosa EurAktiv como indicio de que la ampliación de la UE ya no está de moda. Sin embargo, varios sondeos sociológicos ponen de relieve que pese a haberse entibiado un tanto el euroentusiasmo de los búlgaros éstos siguen siendo eurooptimistas. Según la “Gallup International“ Bulgaria continúa siendo uno de los países de ánimos más pro europeístas. La agencia destaca en confirmación de ello que a finales de 2016 sólo un 26% votaría a favor de una salida de la UE. En 2015, empero, quienes pretendían el abandono sólo sumaban un 18% y su aumento en un 8% un año después es indicio de vacilación entre los optimistas.

Diez años después de haberse incorporado a la UE, Bulgaria es, de veras, un país más estable y de mayor prosperidad. Tras la adhesión sus ciudadanos pueden viajar libremente a países de la UE no sólo con fines turísticos sino también para trabajar o estudiar. La Eurostat señala que en la última década el PIB ha aumentado de 28700 millones de euros en 2007 a 45 000 millones en 2016.En 2007 el PIB per cápita de Bulgaria representaba un 41 %de la media europea mientras que ahora ya frisa en el 50%.El salario mínimo interprofesional ha subido de 46 a 236 euros, y el sueldo medio, de 205 a 483 euros.

Según sondeos del Eurobarómetro, en 2007 señalaban estar contentos de su vida un 36% de los encuestados , y su porcentaje hoy es de un 51%.No obstante ello, Bulgaria sigue siendo el país más pobre de la UE, y 5 de sus 28 provincias son las menos desarrolladas en la comunidad europea. En la UE no hay otro país de PIB per cápita más bajo, de productividad del trabajo más baja, de competencia inferior ni de indicadores sociales, demográficos, ecológicos, institucionales , corruptivos etc., más insatisfactorios que los búlgaros.

A diez años de su ingreso en la UE Bulgaria sigue siendo objeto de Monitoreo por parte de la CE en el terreno de la Justicia e Interior. Tanto la estadística como la sociología ponen de relieve que, de hecho, ha habido éxitos pero que los mismos son relativos. En la conciencia masiva de los búlgaros prima la idea de que la responsabilidad por ello recae básicamente en los políticos e instituciones nacionales, y no en los europeos y este malestar público lo traducen elocuentemente los bajos niveles de credibilidad del Parlamento y del gobierno.

Las expectativas no materializadas de un auge más rápido del país tras la adhesión a la UE han sido fruto, básicamente, de factores de índole económica si bien también hay otras circunstancias que generan escepticismo y defraudación. Por ejemplo, la circunstancia de que el día en que se han cumplido10 años de su ingreso en la UE, Bulgaria se ha convertido en el primer país en la historia de aquélla sin representante propio en la CE ya que, tras dimitir, la hasta ahora vicepresidenta de la CE, Kristalina Gueorguieva ha comenzado a trabajar en el Banco Mundial.

Por la crisis política en el país un nuevo candidato búlgaro a comisario europeo se podrá nominar apenas a finales de este mes de enero cuando el presidente electo Rumen Radev designe un gobierno interino. Es probable, sin embargo, que esta nominación se posponga para después de quedar formado un nuevo gobierno tras las elecciones parlamentarias anticipadas esta primavera.

Desde la formación de este gobierno hasta el comienzo de la primera presidencia rotatoria búlgara de la UE-que se inicia con el año 2018-mediarán escasos 6 meses, lapso que genera en la conciencia masiva dudas sobre una buena preparación del país para tan importante prueba en el camino europeo de Bulgaria. Los recelos y las reservas no se han convertido aún en una negación y corresponde a los políticos mostrar que no hay fundamentos para tal negativismo.