En Bulgaria el número de quienes trabajan es algo superior a los dos millones. Según diferentes cálculos, la cifra de los búlgaros que trabajan en el extranjero es casi idéntica, y algunos afirman que es incluso superior. Resulta que suman más los búlgaros que trabajan en países extranjeros que los que se desempeñan en la patria. Este fenómeno tiene sus consecuencias y aspectos tanto positivos como negativos.
Es bueno que quienes no hayan podido conseguir empleo adecuado en Bulgaria sí han podido encontrar su oportunidad profesional en el extranjero. Esto reduce el número de los desempleados en el país y, en vez de que el Estado les pague subsidios sociales, quienes pagan son ellos enviando remesas bastante sustanciales a sus parientes que siguen en Bulgaria y, así prácticamente, son el inversor extranjero número uno en Bulgaria. También está bien el que al trabajar en países más desarrollados en lo económico y tecnológico estos búlgaros puedan elevar su cualificación, lo mismo que su cultura general y se van integrando en mayor o menor medida en sociedades más desarrolladas en todos los sentidos. También es bueno el que esos trabajadores que residen y se desempeñan a miles de kilómetros de la patria sean capaces de conservar su identidad nacional, de respetar y acatar las tradiciones y las costumbres de su pueblo y de seguir fieles a la fe cristiana ortodoxa. Hay que aclarar que no nos referimos a los búlgaros de origen turco quienes, tanto en el extranjero como acá en Bulgaria, siguen siendo musulmanes pero, con todo, musulmanes búlgaros, o sea, europeos.
Los búlgaros que se ganan el sustento en el extranjero ejercen profesiones muy diversas pero son, en su grueso, trabajadores de baja cualificación, peones. Hay entre ellos también cierto número de técnicos medios y muy pocos especialistas de primera magnitud como médicos, ingenieros, empresarios, científicos, hombres de negocios. Dicho en otros términos, los búlgaros en el extranjero se desempeñan, por regla, en labores que los nativos aceptan a regañadientes, labores de baja remuneración, faltas de prestigio y que no reclaman cualificación o habilidades especiales. Sin embargo, por el abismo en los niveles de vida en esos países y en Bulgaria. Incluso esos trabajos indeseados son mucho mejor retribuidos allá que en Bulgaria.
Se pueden seguir enumerando otros muchos efectos positivos de la exportación al extranjero de mano de obra búlgara. Ahora, sin embargo, van colocándose en primer término, al parecer, las secuelas negativas de esta emigración laboral, de esta fuga no sólo de cerebros, sino también de mano de obra de mediana y baja categoría.
Han resultado elocuentes en este sentido dos estudios recientemente hechos públicos sobre las profesiones de mayor demanda en el país y en el mercado de la mano de obra. Ambos estudios muestran de manera clara y contundente que casi un 70 % de los empleadores experimentan un déficit agudo de cuadros de la categoría mediana, entre personal técnico, choferes, contables, personal hotelero. Estos trabajadores brillan por su ausencia en el mercado laboral nacional, se encuentran en el extranjero. Hay que sumar a ellos los médicos. Esto último es una confirmación de las afirmaciones de que en los últimos años un 60 % de quienes se gradúan en carreras de medicina en las universidades búlgaras, viajan al extranjero en cuanto obtienen sus diplomas.
Hay, asimismo, otra cosa que es muy alarmante en relación con la migración laboral. Se trata de la crisis demográfica. La población búlgara se reduce vertiginosamente y envejece a ritmos amenazantes. La natalidad sigue bajando cada año que pasa, y quienes tienen grandes aptitudes para trabajar y la edad para procrear abandonan el país. Bulgaria se va transformando en país de personas ancianas y enfermas. No obstante, alguien debe trabajar por que esas personas cobren sus pensiones y ha de cuidar de ellas. Actualmente una persona que trabaja gana las pensiones de 1,5 jubilados. Estas pensiones son, en el sentido literal de la palabra, míseros y humillantes, ni siquiera alcanzan para los medicamentos de la gente anciana y enferma y, encima, la perspectiva es aún más sombría.
No pocos países de la UE habían afrontado en el pasado problemas similares a los que se enfrenta ahora Bulgaria, tanto Italia como España, Portugal, Grecia. Actualmente esos países ya atraen mano de obra extranjera, búlgara incluida. ¿Cómo se ha vuelto realidad esta transformación radical? Obviamente, no existen recetas universales pero está igualmente claro que sin un crecimiento económico incentivado en todas las formas posibles por las autoridades, no se lograrán resultados notables. Hoy en día las cosas incluso están mejor en comparación con los tiempos en que el Sur europeo era “el pariente pobre”, porque la UE tiene ahora mayor poderío económico y emplea herramientas mucho más eficientes para fomentar el crecimiento regional y superar las desproporciones. ¿No se han creado acaso con tal fin los fondos de Cohesión?
Versión en español por Mijail Mijailov
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