Dos acontecimientos de la semana pasada causaron un auténtico calentamiento nuclear en las últimamente frías relaciones económicas y políticas entre Rusia y Bulgaria. Nuclear porque ambos acontecimientos se refieren a la energía atómica búlgara que en realidad es íntegramente rusa. Primero fue firmado un contrato para la prolongación en 30 años de uno de los dos reactores de la única central eléctrica nuclear búlgara en la ribera del Danubio, en la ciudad de Kozloduy.
Elreactoresunaproducción rusa y se modernizará por rusos con la cooperación de franceses. Con toda probabilidad será firmado un acuerdo similar con el consorcio Rusatom-EDF para la prolongación de la vida del otro reactor en Kozloduy. De momento se desconoce cuánto costará la restauración de las potencias obsoletas, lo que sí se sabe es que producen la electricidad más barata en Bulgaria y garantizan el 33% del consumo. Todos se saludaron y quedaron contentos.
Las mismas emociones positivas suscitó otro acontecimiento un día después: el término del litigio entre la compañía rusa Atomstroiexport y Compañía Nacional de Electricidad de Bulgaria. Hace unos 10 años la Compañía Nacional había decidido retomar un proyecto de los años 80 del siglo pasado para la construcción de la segunda central atómica búlgara en la ribera del Danubio, cerca de Bélene, y encargó a los rusos dos reactores. Posteriormente el Parlamento impuso veto sobre el proyecto, el cual ya se encontraba en una fase muy avanzada en lo referente tanto a la infraestructura búlgara como a las instalacioes rusas.
Los rusos cumplieron sus tareas, produjeron los dos reactores y reclamaron el dinero. Bulgaria no tenía dinero para pagarlos y ya no necesitaba estos reactores. En junio una corte internacional de arbitraje condenó a Bulgaria que pague más de 600 millones de euros a los rusos más el interés de demora para cada día de retraso. Esta semana todo esto ha encontrado resolución, los búlgaros han prometido pagar hasta mediados de diciembre, los rusos han renunciado del interés de 50 millones de euros y se han puesto de acuerdo con almacenar las instalaciones hasta que el Estado búlgaro decida qué es lo que va a hacer con ellas. Lo que se espera ahora es que Bruselas se pronuncie si el Estado puede prestar 600 millones de euros a la Compañía Nacional de Electricidad sin que se le acuse en ayuda estatal ilegal y sin que se le sancione. Los búlgaros son optimistas e insinúan que más bien pagarían una multa a Bruselas en vez de renunciar de una ventajosa transacción con Moscú. Es difícil abandonar la órbita de los rusos.
Versión al español de Hristina Taseva
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