El Ministerio de Finanzas acaba de hacer público su proyecto del Presupuesto Público para 2017. Antes de que éste se convierta en una ley válida y de cumplimiento obligatorio para todas las autoridades, se celebrarán debates, conversaciones, se formularán propuestas, peticiones y objeciones por parte de todos los ministerios, instituciones, municipios y otras entidades afectados, los cuales apuestan por los subsidios del Presupuesto para su existencia, o los cuales, deberán garantizar los ingresos al erario público. Sin embargo, del documento del Ministerio de Finanzas se desprenden con claridad los parámetros y acentos esenciales en la política del Estado en 2017, los cuales apenas llegarán a sufrir cambios sustanciales.
Lo primero que salta a la vista es que el Estado contempla recaudar una cantidad más importante de ingresos e incurrir en gastos mayores a los que se hacen en 2016. La diferencia no es importante, se trata de casi mil millones de euros más en cada una de las dos partidas. Sin embargo, llama la atención la esperada desaceleración del crecimiento económico que, del actual 2,6 % , bajará a un 2,5 %, como también impresiona la falta de planes para contraer nuevas deudas en los mercados internacionales, algo que redundará en un déficit presupuestario del 1,4 %. El aumento de los gastos y, respectivamente el déficit presupuestario, están siendo explicados con la esperada cuantía más elevada de los subsidios europeos que, a su vez, implican una cofinanciación nacional más cuantiosa.
El Ministerio de Finanzas esboza con claridad meridiana las prioridades para las cuales se contempla financiación y respecto a las que se planea, respectivamente, incrementar los gastos públicos. Se trata de la Educación, la Defensa, la Sanidad y la eficiencia energética. Junto con esto, empero, las autoridades búlgaras tratan de aportar serenidad, señalando que no habrá una subida de los impuestos, pese a que, en la práctica no es precisamente así, ya que la cotización a la jubilación crece un 1 % y la edad para el retiro sigue subiendo en dos meses, cada año, según el plan ratificado hace varios años.
El muy controvertido por los empresarios aumento del salario mínimo interprofesional hasta los 230 euros mensuales, el cual, a juicio de la patronal, no se corresponde con el aumento de la productividad del trabajo, se transformará, con toda probabilidad, también en un hecho en 2017. El citado aumento salarial no alterará sustancialmente el último puesto que Bulgaria ocupa por este indicador en Europa pero representa, con todo, un paso en el sentido correcto hacia el logro del umbral de pobreza generalmente aceptado en la UE. El incremento de los salarios repercutirá, asimismo, en forma positiva en el consumo, al que se le asigna un papel fundamental en el aumento del PIB.
En el proyecto del Presupuesto 2017 no hay sensacionalismos, ni positivos ni negativos. Se trata más bien de un presupuesto rutinario que apuesta por la estabilidad y la previsibilidad. Sin embargo, habida cuenta del entorno internacional en que se desarrolla la economía búlgara −pequeña, frágil y abierta a los mercados internacionales− no se descartarán en absoluto unos giros sorprendentes capaces de trastornar las cuentas, de por sí bien hechas, de las autoridades búlgaras.
Versión en español por Mijail Mijailov
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